La discreción, el buen hacer, hablar poco y hacer mucho deberían ser cualidades que adornen a los gobernantes en general, pero parece que muchos se olvidan de estas premisas y suelen hacer lo contrario: hablar mucho, gestionar poco y taparlo con una presencia enfermiza en los medios de comunicación para que la ciudadanía piense que se “deja” la vida en esto.