Una vez más tenemos que agradecer a los tribunales europeos sentencias que anulan aspectos de nuestra legislación por ser contrarios al derecho comunitario y que afectan de forma lesiva a los ciudadanos y trabajadores.
Si los sindicalistas españoles hubieran mantenido el prestigio de sus propias siglas tan manchadas, hoy su legitimidad y su prestigio estarían intactos y podrían plantarle cara a cualquier gobierno.