Al Partit Demòcrata Catalá (PDC) no le dejan ni nacer. El nombre crea controversias, las candidaturas iniciales sarpullidos y el lanzamiento se mueve entre el ruido mediático de quienes no caben en el proyecto porque se les pasó el arroz o el de aquellos que se van porque no entienden que el espacio electoral que se pretende ocupar es exactamente el mismo que el de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC).