Anda la sociedad en su conjunto bailándole el agua a la incertidumbre y a una nueva convocatoria electoral. Los que más lo intentan son, curiosamente, los que más deberían mantener la calma y hablar de diálogo permanente. Me refiero a empresarios y altos ejecutivos de las grandes empresas, que sienten la necesidad imperiosa de contarles a sus interlocutores que lo que han dicho las urnas hay que repetirlo de nuevo en marzo, porque si no este país camina hacia los derroteros de la Grecia de Syriza, que por lo que se ha podido comprobar, no es bueno ni deseable.