jueves, 25 de abril de 2024 17:31
Opinión

Chaves y Griñán? a casa

Manuel Fernando González Iglesias
Manuel Fernando González Iglesias

A Coruña, 1952

El Tribunal Supremo ha acogido en las dos últimas semanas las comparecencias del diputado Chaves y del senador Griñán en su condición de aforados y como consecuencia de sus actos políticos como Presidentes de la Junta de Andalucía. A ambos les duele el dedo gordo de las subvenciones que ha perseguido con saña justiciera la Juez Alaya, que como su colega Ruz, pronto cambiará de destino laboral, dejando tras de sí una estela de procesados que uno no sabe cómo van a poder juzgar con sus actuales recursos los tribunales andaluces.

El Tribunal Supremo ha acogido en las dos últimas semanas las comparecencias del diputado Chaves y del senador Griñán en su condición de aforados y como consecuencia de sus actos políticos como Presidentes de la Junta de Andalucía. A ambos les duele el dedo gordo de las subvenciones que ha perseguido con saña justiciera la Juez Alaya, que como su colega Ruz, pronto cambiará de destino laboral, dejando tras de sí una estela de procesados que uno no sabe cómo van a poder juzgar con sus actuales recursos los tribunales andaluces. Mucho me temo que tenemos pleitos para décadas y, sobre todo, un masivo clamor de damnificados que difícilmente podrán ser asumidos por los sindicatos UGT y Comisiones Obreras, los patronos que recibieron dineros públicos y hasta el mismísimo PSOE de Andalucía quien, por su vocación clientelista, perderá fuerza tan pronto deje de suministrar energía económica a sus principales valedores.

Ahora mismo, Susana Díaz tiene problemas para ser investida como Presidenta de la Junta por un sencillo detalle con dos nombres de pila: Chaves y Griñán. Ella dice que, mientras no les condenen, no puede pedirles el acta que les ha permitido alargar innecesariamente su presencia en la política. No le falta razón legal, pero sí que la deja en el más absoluto de los desamparos éticos y políticos las muchas cosas que se saben sobre lo sucedido con el uso y abuso de los dineros públicos que no supieron o quisieron gestionar honradamente los dos ex Presidentes de todos los andaluces.

Toca pues dejarse de disculpas y, aunque sea tarde, a Chaves y a Griñán hay que decirles clara y contundentemente que se vayan a su casa, porque lo que ha pasado entraba dentro de sus responsabilidades, ya que lo que hicieron sus subordinados forma parte, tanto para lo bueno como para lo malo, de su quehacer político y eso no lo dudan ni las centenarias palmeras que se enseñorean del patio interior del Palacio de San Telmo de Sevilla que ambos han contemplado por los ventanales durante tantos años. Y si los interesados no se han dado cuenta de que eso es así, o si su heredera en el sillón presidencial todavía no lo tiene claro porque le conviene o no quiere hacerle "un feo" al padrino que le dio la oportunidad de llegar hasta donde ahora se encuentra, que se ponga manos a la obra el secretario general Pedro Sánchez y ordene a su "alter ego", el secretario de organización del partido, para que ponga ya la directa "modelo Lopez Aguilar" para decirle a estos dos barones del socialismo andaluz que, una vez comparecidos ante el Juez Barreiro, y sin esperar a que éste les diga "el qué", renuncien a sus dos escaños y al sueldo y se vayan a su casa a descansar de tanto ajetreo político. Lo harán tarde y mal pero, al menos, mostraran un mínimo de la honestidad que cabía exigírseles como políticos y como socialistas cuanto estalló el mal llamado caso de "los Eres fraudulentos en Andalucía".

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