viernes, 19 de abril de 2024 10:44
Sociedad

Detallados los abusos a un menor del clan granadino de curas

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El juez Antonio Moreno Marín, del juzgado de instrucción número 4 de Granada, investiga un clan de presuntos curas pederastas, ha imputado a doce personas en el caso 'Romanones', diez sacerdotes y dos laicos. También, ha sintetizado en cinco folios todos los abusos sexuales que sufrió un joven monaguillo, caso que llegó incluso a los oídos del Papa. El instructor considera que los imputados han podido incurrir supuestamente en delitos de agresión sexual, abuso y exhibicionismo con el agravante prevalimiento, cooperación y encubrimiento. El auto del levantamiento del secreto de sumario incluye el relato de hechos probados que repasa tres años de abusos, supuestamente perpetrados por el sacerdote Román Martínez, supuesto cabecilla del grupo. 

Los hechos comenzaron en el año 2004, cuando el joven denunciante, que ahora tiene 24 años, tenía sólo 14 años. Tal y como él mismo ha explicado, no le extrañó que el párroco, Román Martínez, le invitara junto con un amigo a la casa parroquial ni tampoco que les llevara al chalé de la urbanización 'Los Pinillos de Cenes de la Verga' donde se reunía el clan ya que llevaban siendo monaguillos de la iglesia de San Juan de Vianney (Granada) desde los siete años. Ha relatado que se quedaba a "dormir y a ver alguna película", porque los curas veían en él "una gran vocación para el sacerdocio" y creían que tenía que aprender y compartir su "modo de vida".

El joven denunció los hechos el 14 de octubre de 2014, y tal y como se narra en el auto del titular del juzgado, lo primero que puso en alerta al joven fue "cuando [el denunciante] se quedaba a dormir, R [Román] le proponía ocupar su cama, estando otras camas libres; ante la negativa inicial, R. le decía que iba a romper la relación que como de un padre a un hijo le estaba dando, por lo que aquel accedió (...) al sentirse presionado física y psicológicamente".

Y sigue explicando como todo cambió a peor. Tras quedarse a dormir "sin que nada ocurriera", don Román le pidió que le diera un masaje para relajarse. El cura estaba "completamente desnudo". El juez entra a describir escenas explícitas de sexo (necesario para precisar qué tipo de delito se puede imputar: agresión o abuso sexual), se detiene en contar cómo el sacerdote se excitaba y en cómo pedía a su víctima que le masturbara y que se dejara a su vez. El joven se negó, pero el sacerdote intentaba de esta manera vencer su resistencia: "Soy tu padre; tienes que dejarte llevar; no vives bien tu sexualidad". Y la víctima, temerosa de que lo echaran de la congregación, accedió.

Don Román le incitaba diciéndole que debía dejarse "llevar y vivir la sexualidad sin tapujos", cuenta el joven. Y así, presuntamente intentó en dos ocasiones, entre 2006 y 2007, penetrar analmente al joven, tras reclamarle y practicarle masajes en los que había aceite de por medio. También cuenta cómo fue masturbado por otros dos de los acusados, quienes, además "practicaron en varias ocasiones sexo anal y felaciones con R. y entre sí" en su presencia, al tiempo que le ponían películas pornográficas para que el joven sintiera que lo que ellos hacían "era algo normal". El joven le contó al juez que Román, durante las tertulias del grupo de curas, llegó a amenazarlo con echarlo del grupo "si no vivía la sexualidad con claridad de miras".

Los tertulianos de los Romanones, además, "se exhibían desnudos en la piscina" de la casa de Los Pinillos, y solían besarse, darse masajes y acariciarse entre ellos, según el propio denunciante y otros tres jóvenes, cuyo testimonio ha sido incluido en la causa. El juez, que sólo da iniciales de los supuestos abusadores o consentidores, considera que estos pueden haber cometido los delitos de agresión y abuso sexual, exhibicionismo, y otros, tanto en grado de participación como de cooperación necesaria o encubrimiento.

En este sentido, ha emitido un plazo de diez días a las partes para presentar alegaciones sobre la posible prescripción de cada uno de las acusaciones debido al tiempo transcurrido desde la ejecución de los hechos hasta la presentación de la denuncia. Con todo, ahora queda a las partes pronunciarse sobre cuáles de los hechos denunciados han podido prescribir o no y a quiénes de los imputados puede o no beneficiar dicha prescripción. La instrucción del caso sigue adelante.

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