Sí, señoras y señores, dicen que ha llegado el momento de afilar las herramientas. La campaña electoral ha comenzado y durará, al menos, un año. Parece que alguien se ha empeñado en que este país esté en campaña electoral permanente y que le sea más cómoda la convocatoria de elecciones que la gobernanza. A estas alturas todo el mundo hace su papelón. Oriol Junqueras intenta marcar perfil y le endosa un hachazo a Artur Mas afirmando que la corrupción de los viejos dirigentes convergentes le da asco.
Sí, señoras y señores, dicen que ha llegado el momento de afilar las herramientas. La campaña electoral ha comenzado y durará, al menos, un año. Parece que alguien se ha empeñado en que este país esté en campaña electoral permanente y que le sea más cómoda la convocatoria de elecciones que la gobernanza. A estas alturas todo el mundo hace su papelón. Oriol Junqueras intenta marcar perfil y le endosa un hachazo a Artur Mas afirmando que la corrupción de los viejos dirigentes convergentes le da asco. ERC teme la contaminación. Acto seguido Josep Rull -figura en ascenso después de la muerte política de Oriol Pujol- anima a los deprimidos cuadros de su partido a ampliar la mayoría soberanista. Quiere hacerles olvidar que el jefe de grupo pretende difuminar las siglas de la coalición, no sea que recordasen en exceso a Jordi Pujol, los Prenafeta o al 3%.
El bendito de Josep Rull les dice a sus correligionarios que tienen que hacer "tres pasos atrás para que el país haga un paso adelante". Me hace gracia esta afirmación tan, digamos, leninista. Todo el mundo critica a Podemos y a Pablo Iglesias de criptomarxista-leninista bolivariano y he aquí que es el nacionalista Rull quien desentierra la literatura política de Vladimir.
Cuando en mayo de 1904 el revolucionario ruso escribió: "Un paso por delante, dos pasos atrás", añadiendo el subtítulo "Una crisis en nuestro partido" quiso criticar el oportunismo de los mencheviques en las cuestiones políticas y organizativas a tiempo que hablaba de las diferencias internas entre mayorías y minorías. La historia se pródiga en paralelismos. La crisis de partido en la galaxia convergente hay se. No sé si en la seno de CiU hay minorías discrepantes o no, pero sospecho que línea dura, con aroma bolchevique, quizá sí.
Pobrecitos los mencheviques!
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