viernes, 29 de marzo de 2024 12:52
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Un año para vivir

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Políticamente nos espera un año para vivir apasionadamente. Porque 2015 encierra 12 meses especiales, ya que, en él, vamos que tener que acudir a las urnas hasta tres veces: una para decidir, primero las plebiscitarias en Catalunya, donde la independencia es el plato que se va a servir frio en la mesa del Gobierno español por sus múltiples torpezas constitucionales y de otro tipo. 

Políticamente nos espera un año para vivir apasionadamente. Porque 2015 encierra 12 meses especiales, ya que, en él, vamos que tener que acudir a las urnas hasta tres veces: una para decidir, primero las plebiscitarias en Catalunya, donde la independencia es el plato que se va a servir frio en la mesa del Gobierno español por sus múltiples torpezas constitucionales y de otro tipo. Luego vendrán las municipales y en muchos casos las autonómicas, en las que los expertos vislumbran una salida indecorosa del partido popular de varios gobiernos locales y de comunidades como Valencia, Madrid y hasta Extremadura y Murcia. Y finalmente, si se cumplen los plazos y no se alarga la legislatura unos meses más, como se rumia el de Pontevedra, tendremos elecciones generales, en las que la izquierda muy dividida se embarca en un nuevo drama con la aparición de Podemos. Los populares en esta cita parten como favoritos en las encuestas, eso sí, perdiendo su mayoría absoluta y exponiéndose a no encontrar pareja para el baile post-electoral.

También este año mágico nos va a escandalizar un poco más con los juicios que políticos, empresarios y banqueros tienen pendientes, aunque, para empezar, el 2015, se ha sacado, vergonzosamente de encima el Caso Palau, al jubilarse otro juez que llevaba la instrucción, lo cual retrasa inexplicablemente el juicio a los implicados y a sus cómplices, Una verdadera vergüenza para el Poder Judicial y sobre todo, para lo propia imagen de Catalunya, que refuerza la idea de que este país que sigue viajando metafóricamente hacia Ítaca no sabe, ni quiere meter en la cárcel, a sus clases de élite mientras llama ladrón al Estado porque no cumple con las expectativas económicas que los políticos amigos de los Millet y Montull le reclaman constantemente.

Y luego tenemos a los griegos, que van a convertirse en el conejillo de indias del Banco europeo, del FMI y hasta del parquet de Londres, porque después de pasarlas canutas quieren ajustar cuentas con la Troika y con las familias del poder heleno, que "haberlas hailas" como en Catalunya para entregar luego el gobierno a Syriza, un calco de Podemos, que podría mandar la deuda de una patada a Bruselas y salirse del euro a continuación. De lo que pase en ese país va a depender que la "revolución pendiente" en los países del sur se encienda y acabe propagándose por España, Italia, Portugal y ¿por qué no? llegando hasta a Francia. Así que el tema, como comprenderán, no es de menor cuantía, y se nos viene tan derecho al descarrile como el ave de Angrois.

Preparémonos pues y peguemos el trasero contra la pared, que es la única manera con la que los más débiles suelen defenderse de sus verdugos. Toca plantar cara y el 2015 es el mejor momento para repartir hostias. Buena suerte a todos.

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