viernes, 29 de marzo de 2024 00:51
Opinión

La verdad emerge

Lilia Cisneros Luján
Lilia Cisneros Luján
Periodista Mexicana

En varios momentos hemos abordado el tema de la mentira. Tratada por psiquiatras, terapeutas, religiosos y sociólogos que advierten cuantas clase de mentiras se pueden clasificar y cuales son los efectos según la sociedad de que se trate, la mentira suele correr como el viento, apoyada en rumores cuyo origen es difícil encontrar y con diversos niveles de daño, según la esencia misma del suceso o el nivel social de quienes se encargan de esparcirla.

En varios momentos hemos abordado el tema de la mentira. Tratada por psiquiatras, terapeutas, religiosos y sociólogos que advierten cuantas clase de mentiras se pueden clasificar y cuales son los efectos según la sociedad de que se trate, la mentira suele correr como el viento, apoyada en rumores cuyo origen es difícil encontrar y con diversos niveles de daño, según la esencia misma del suceso o el nivel social de quienes se encargan de esparcirla.


A 20 años de dos homicidios de alto impacto en México, el libro del abogado Humberto Hernández Haddad, nos enseña como la mentira se convierte en percepción, lastima daña y enfrenta hasta producir ruptura y nulidad de la justicia. Son muy pocos los que saben la verdad de una persona como José López Portillo o Gustavo Díaz Ordaz. Se impusieron las percepciones acerca de la frivolidad de uno y la intransigencia del otro; pero ¿quien puede realmente asegurar la verdad sobre el homicidio de los Kennedy o las inclinaciones de conducta de Miguel de la Madrid? Y lo más relevante ¿Quién conoce la verdad sobre la afectación de conductas privadas en el ámbito público del trabajo de estos personajes?


Los expertos en criminalística, saben que por muchas piedras que se hayan colocado a un cuerpo antes de arrojarlo al río, tarde que temprano los restos del asesinado flotarán y eso de alguna manera lo sentenciaba mi sabia abuelita: "la mentira permanece hasta que la verdad emerge" En los lejanos tiempos de mi adolescencia, las mentiras preocupantes versaban sobre la virginidad de las muchachas, la honestidad de los muchachos y la fidelidad de los cónyuges. Hoy con la tecnología en mano, las redes sociales te pueden acusar de pederasta, estigmatizarte como fanático ?lo cual se hace muy grave si el calificativo se asocia a una religión o grupo extremista- hacerte perder tu empleo o señalarte casi como un criminal y mandarte a la cárcel,.

¿Ha escuchado mentiras acusatorias entre familiares disputándose una herencia? ¿Le consta que las fotos publicadas en facebook, sobre la buena salud de un abuelito corresponden con una realidad que apenas lo mantiene vivo y lo trae como bulto solo para que siga generando su pensión? ¿Sabe de divorciados que inventan cualquier cantidad de perversidades en contra de su "ex" solo para arrebatarle a sus hijos? Podría llenar un libro con ejemplos de mentiras que inician en los núcleos mas básico de la sociedad como es el caso de la familia, el barrio o la escuela y siendo esto innegable ¿porque esperar que esas personas se conviertan en adalides de la verdad al llegar a adultas?


Sobre el tema de la lamentable "desaparición" de 43 estudiantes de una normal rural en nuestro país, hay infinidad de versiones, hipótesis, líneas de investigación y por supuesto mentiras. ¿Quién ha logrado articular protestas internacionales en varias embajadas de México en el mundo? ¿El hartazgo de los mexicanos ha sido el único motor de marchas, entrevistas mediáticas, exigencias, quema de bienes ?camiones, oficinas, edificios de partidos e instituciones- y promoción del señalamiento antigubernamental casi como deporte o espectáculo?


En pleno siglo XXI, la mentira se ha convertido en un instrumento más dañino que las armas de fuego y al emerger algunas verdades, estas dejan de ser efectivas pues se les convierte en espectáculo ¿Qué pasaría si en vez de aumentar el rating y la circulación de medios impresos por el tema de la llamada "casa blanca" alguien asume el compromiso de recorrer el camino institucional para denunciar hechos que pudieran ser constitutivos de delito? ¿A que le temen quienes solo esparcen escándalos a sabiendas de que estos debilitan a México y sus instituciones? O dicho de otra manera ¿a que intereses sirven los hacedores de verdades a medias que a final del día son mentiras? Yo puedo imaginar el sufrimiento de los padres de estudiantes de Ayotzinapa y la de miles de padres que jamás han vuelto a saber de sus descendientes. No hay, según lo he vivido, dolor más grande que el perder un hijo. Pero esto no convierte a los padres en modelos de santidad ni seres inimputables. El tema es bastante delicado, por ello debemos evitar que el escándalo impida llegar a la verdad, aun cuando con la salida de ésta a la superficie se hieran quien sabe cuantas sensibilidades.


Una realidad, que me lastima como abogada, es la percepción generalizada de un poder judicial corrupto, ambicioso e insensible. Sí, es verdad que hiere una resolución de la Corte que lanza por la borda el anhelo de expresarse de manera legítima en un tema como el aumento a los salarios mínimos, al mismo tiempo que los autores de dicha sentencia están satisfechos del aumento en 6% de sus emolumentos, que por cierto no son ni por millones cercanos al salario mínimo. ¿Basta este criterio para descalificarlos? Los autores de tal mentira ¿han analizado el fondo del asunto? ¿Cuántos se han arriesgado por meter a la cárcel a fiscales, quizá más torpes que corruptos, incapaces de presentar indagatorias con un buen porcentaje de conducción a consignaciones y después a la sentencia?


Siempre me repito que esto es el mundo y no el paraíso. Nadie somos perfectos, las presiones, las tentaciones, las fallas nos rodean desde la etapa formativa misma; pero el tema no se acaba matando al perro sino buscando el antídoto contra la rabia. En mayo de este año el ministro Juan N. Silva Meza enfatizó la urgencia de que "la sociedad tenga la certeza de que los juzgadores funcionan a partir de normas, procedimientos y reglas claros suficientes para identificar y sancionar las conductas de aquellos elementos que no se conduzcan con estricta honorabilidad". Yo creo en esta premisa, como también me queda claro que por más que se mienta, siempre emerge la verdad, mientras eso ocurre, todos, no solo los jueces, ni el ejecutivo y tampoco los legisladores son los culpables del engaño. La viabilidad de México es responsabilidad de todos. No hagamos el juego a quienes buscan destruirnos mediante la descalificación y el enfrentamiento violento. No permitamos la sustitución de un noble pueblo por sujetos que solo ambicionan lo que aun nos queda de patria.

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