viernes, 29 de marzo de 2024 11:13
Opinión

Padre, ¿por qué nos has abandonado?

Manuel Fernando González Iglesias
Manuel Fernando González Iglesias

A Coruña, 1952

Nada nuevo bajo el sol peninsular. El presidente Rajoy no se ha movido ni un milímetro en sus ya conocidas posiciones respecto al artículo primero de la Constitución, al que considera sustantivo innegociable y, por lo tanto, claramente inmodificable. La ducha de agua fría con la que ha contestado a las últimas declaraciones del President de la Generalitat nos anuncia una difícil relación política en los próximas semanas y una inacción de la Moncloa en el asunto de la querella del Fiscal General del Estado bajo la apariencia del respeto a la independencia judicial, lo cual podría acabar generando un grave enfrentamiento institucional y social.

Nada nuevo bajo el sol peninsular. El presidente Rajoy no se ha movido ni un milímetro en sus ya conocidas posiciones respecto al artículo primero de la Constitución, al que considera sustantivo innegociable y, por lo tanto, claramente inmodificable. La ducha de agua fría con la que ha contestado a las últimas declaraciones del President de la Generalitat nos anuncia una difícil relación política en los próximas semanas y una inacción de la Moncloa en el asunto de la querella del Fiscal General del Estado bajo la apariencia del respeto a la independencia judicial, lo cual podría acabar generando un grave enfrentamiento institucional y social.

El síntoma definitorio de lo que ha sido esta rueda de prensa presidencial, visto desde Barcelona, podría ser la larga cambiada que Rajoy le dio a un conocido periodista de La Vanguardia, al que casi se sacó de encima como si fuera un "becario" recién llegado a este mundo tan difícil y arriesgado como es el de la comunicación, sin inmutarse y con una dureza innecesaria. Tal desdén denota un estado de ánimo, por parte de Rajoy, más que alterado que no anuncia nada bueno para el conjunto de los españoles, a los que dice defender apasionadamente.

Su invocación a la proporcionalidad de las actuaciones de su Gobierno con respecto a Catalunya tampoco nos tranquiliza demasiado a los que no somos independentistas pero sí partidarios desde antiguo del diálogo y el consenso, porque presupone que ese estado de cosas se ha acabado y que, a partir de ahora, lo que pintan, como en el tute, son los bastos. O sea, como decíamos los de mi generación hace ya muchos años: Leña al mono.

Menos mal que Rajoy ha reconocido que, al menos, el trabajo de los Señores Rigol, Arriola y Serrano había sido constructivo, aunque su corolario final lo ha desdibujado todo: Este diálogo no ha servido para evitar "el fracaso" del 9N. Más claro, agua.

Visto lo visto, cabe presuponer que el líder del PP apuesta por hacer un guiño "inequívoco" a su electorado más fiel y que, a partir de ahora, asistiremos a un cruce de declaraciones más encendido entre las partes y que la gente nos vamos a preguntar, ante semejante panorama, mirando al cielo aquello tan evangélico del "Padre, ¿por qué "nos" has abandonado?".

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