jueves, 18 de abril de 2024 10:11
Opinión

El cataclismo que viene

Lilia Cisneros Luján
Lilia Cisneros Luján
Periodista Mexicana

Todo en el planeta tiene algún tipo de interacción ?biológica, minera, tectónica, etc.-cuyas relaciones al ser alteradas, pueden producir catástrofes como la extinción de una especie o la destrucción total de algún entorno.

Todo en el planeta tiene algún tipo de interacción ?biológica, minera, tectónica, etc.-cuyas relaciones al ser alteradas, pueden producir catástrofes como la extinción de una especie o la destrucción total de algún entorno.


Consumir los recursos naturales ?vegetales, animales e incluso los no renovables- de manera controlada, es algo normal siempre y cuando no se llegue a extremos como los que hemos soportado, sobre todo en las dos últimas centurias y particularmente a partir de la segunda mitad del pasado siglo. Excesos producen destrucción y muerte no solo de individuos cuyo reloj biológico está determinado por muchos factores desde el nacimiento, sino del planeta mismo, el cual reacciona con inundaciones, temblores, tsunamis y avalanchas por la depredación de bosques o de la atmósfera cuya capa de ozono, protectora de los rayos UV, está provocando cáncer y por supuesto cambio climático.


La ancestral vanidad humana engendra entre muchas conductas inconvenientes ?pecado en sentido religioso- la ambición que permita ostentar estatus -que se supone mejora la esencia misma del individuo- mediante riquezas para adornar el cuerpo o el lugar donde se habita o para darse "lujos" como viajar y adquirir todo tipo de cosas materiales. Uno de los bienes que cada vez se demanda con mayor exigencia es justamente la energía: para mover grandes motores industriales, vehículos ?coches, aviones, barcos, motocicletas- alumbrar calles y habitaciones, decorar con motivos de fiestas como el día de muertos, la Navidad, o las fechas patrias entre otras.


La inventiva humana ha usado por muchos años para tales fines recursos básicamente extinguibles como el carbón, petróleo o gas: pero como se ha advertido tales fuentes se están agotando, cuando menos en los mantos más superficiales.


Existen miles de análisis acerca de cómo el uso de estas energías, en vez de las llamadas limpias y sustentables -la solar o la eólica solo por citar dos ejemplos- nos está acercando al final no solo de la raza humana sino del planeta mismo.


Por la perforación de pozos petroleros la miseria y la distancia entre pobres y ricos se ha agudizado en el mundo, lo cual entre otras muchas consecuencias nos ha llevado a un crisis mundial alimentaria y de agua por la descomposición ?depredación, saqueo o destrozo- de tierras que antaño eran cultivables, mantos freáticos contaminados o sobreexplotados. Economías como la venezolana dependen en un 95.9% de su petróleo y gas[1][1], a lo cual se debe agregar otros bienes primarios derivados de la minería tan o más destructores de la tierra[2][2]. ¿Qué mueve a gobiernos a modificar legislaciones para permitir que "hombres de presa", reciban dinero a carretadas, sin la menor misericordia por los que padecen sed y hambre?


La limitaciones éticas de quienes tienen, como valor máximo la riqueza, lleva a absurdos como el fracturar hidráulicamente capas más profundas de la tierra, para seguir usando gas y petróleo. El fracking, es tan peligroso que la ONU ha tomado cartas en el asunto por lo pronto estableciendo el 11 de octubre -24 horas después de la celebración de la promulgación de la carta de los derechos humanos- como el día mundial de lucha contra esta práctica, no solo por las consecuencias telúricas que origina[3][3], sino por los millones de litros de agua que se usan para quebrar la lutita[4][4] y que quedan insalubres para el consumo humano y animal por los químicos que a esta se le agregan. Sorprende la ingenuidad de jefes de estados como el de Bolivia, que con todo y su trayectoria ha autorizado ya, la explotación de varios bloques de terreno con esta técnica; pareciera que los espejitos siguen encandilando a América latina a fin de saquear con la misma voracidad y rapiña de los colonizadores llegados desde España.


El pillaje y la devastación están sobre nosotros; ya tenemos diluvios alternados con años de sequía, movimientos mortales del subsuelo, malversación de recursos públicos ?diputados sometidos a campañas de cabildeo para la modificación de leyes- uso del presupuesto en la devastación- y lo que es más grave retrocesos conductuales que ponen al ser humano en fases tan primitivas y monstruosas como las que superaron tribus acostumbradas al sacrificio de los congéneres, bien por violencia en favor de supuestos dioses bien por muertes bestiales y masivas que han extinguido a muchas etnias. ¿Qué puedo hacer? se estará preguntando. En primer término estar dispuestos a transformarnos por medio de la renovación del entendimiento y para ello es preciso informarse. Difundir lo que nos ocultan supone también organización. Un ciudadano romano de sangre hebrea, se tomó tal atrevimiento y logró innovar conductas en muchos habitantes del Asia menor. Hagámonos escuchar por quienes toman decisiones tan absurdas como secar lagos, entubar ríos, contaminar afluentes o mares y destruir la única casa que tenemos "La tierra".

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