Prevaricación, nepotismo, utilización de información privilegiada, malversación de fondos públicos, evasión de dinero a paraísos fiscales, son elementos con que la corrupción política campa a sus anchas en España de la mano de algunos de los miembros de casi todos los partidos.
Prevaricación, nepotismo, utilización de información privilegiada, malversación de fondos públicos, evasión de dinero a paraísos fiscales, son elementos con que la corrupción política campa a sus anchas en España de la mano de algunos de los miembros de casi todos los partidos.
Incluso, otro organismo estatal de prestigio como es la monarquía se ve presuntamente salpicada por turbios asuntos financieros que ponen en duda la probidad de algunos miembros de esa institución que mal o bien hasta ahora parecía haberse mantenido libre de prácticas improcedentes.
Cada día, en cualquier ejemplar de la prensa escrita, es fácil hallar noticias de delitos económicos en las que resultan implicados altos cargos oficiales o destacadas figuras de la política. En cualquier informativo o tertulia de radio o televisión, es difícil no toparse con la sorpresa de que tal o cual personaje público se encuentra presumiblemente relacionado con tal o cual investigación policial o judicial, por tejes y manejes que ponen en tela de juicio su honorabilidad.
Ahora sí toca tener en cuenta el escandaloso proceder de unos de los próceres de Catalunya, Jordi Pujol, que ante la evidencia de su deshonesto proceder, no hace otra cosa que defenderse riñendo a los miembros del parlamento catalán en vez de aclarar los puntos oscuros de su quehacer económico y el de su familia. Se suele decir que la mejor defensa es un ataque. El ex presidente corrobora el dicho popular con su inaudito comportamiento ante la cámara.
Y llega a tal punto su desatino, que hace gala una y otra vez de su cesarismo, al afirmar que quien lo ataca a él ataca a Catalunya.
Según las últimas encuestas de las empresas dedicadas al sondeo de la opinión pública, la corrupción política y el descomunal número de parados son los asuntos que más preocupan a los españoles. Otros rastreos indican que estas dos preocupaciones, harían variar la intención de voto de los ciudadanos en próximas elecciones, ya que el descrédito de los partidos mayoritarios provocaría la huida de un sector de sus electores hacia partidos minoritarios.
Es lamentable que después de los cuarenta años de franquismo, otra etapa de tiempo de duración similar, a la que se le llama democracia española, no haya podido contener la cotidiana violación de las leyes por parte de muchos de sus representantes.
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