jueves, 28 de marzo de 2024 23:23
Opinión

LA HORA DE LA POLÍTICA

Josep M. Álvarez
Josep M. Álvarez

Secretario general de UGT de Cataluña

Semana crucial para el proceso que vivimos en Cataluña. Se acerca el momento en que el presidente de la Generalidad de Cataluña nos convocará a las urnas el 9N para decidir nuestro futuro. Y también de manera indefectible se acerca el momento en que el Gobierno del Estado -porque aquí, al contrario de lo que ocurre en el resto de países, ya se nos ha dicho que será así- y el Tribunal Constitucional revocarán la ley de consultas no referendarias y el decreto de la consulta.

Semana crucial para el proceso que vivimos en Cataluña. Se acerca el momento en que el presidente de la Generalidad de Cataluña nos convocará a las urnas el 9N para decidir nuestro futuro. Y también de manera indefectible se acerca el momento en que el Gobierno del Estado -porque aquí, al contrario de lo que ocurre en el resto de países, ya se nos ha dicho que será así- y el Tribunal Constitucional revocarán la ley de consultas no referendarias y el decreto de la consulta. Pero la cosa no se detiene. En este juego de estrategias, desgraciadamente, se ha abandonado la principal: el diálogo y la negociación.

Y no puedo evitar decir que la peor parte se la lleva el gobierno que preside Mariano Rajoy. Mucho más que inmóvil, hierático, el Ejecutivo central sigue amparándose en una interpretación tan interesada como dudosa de la Constitución para negar lo que el sentido común hará que se abra paso indefectiblemente. Y es que los ciudadanos y las ciudadanas de Cataluña tienen derecho a ser consultados en una votación no vinculante sobre cuál es la relación que debe tener Cataluña con el Estado español.

Por ello, ha llegado la hora de que se superen los discursos amenazantes y también las declaraciones de amor sin efectos prácticos y se pase a la política de verdad. En la que se orienta necesariamente a solucionar los conflictos, la que busca acuerdos y generar consensos para dar viabilidad, en este caso, a la democracia ya la libertad de los catalanes y las catalanas para votar.

Es por ello que el ejemplo de Escocia, mucho más allá de resultados, crece cada día. El verdadero éxito del proceso escocés es que es fruto del reconocimiento mutuo, del sentido común y de que prevalezca el espíritu democrático para encontrar salidas a cuestiones que, de no ser así, pueden derivar en conflictos mucho más difíciles de solucionar. Sólo como ha sido en Escocia se pueden abordar de una manera serena, argumentada y suficientemente racional la salida de un callejón como este en el que nos encontramos por culpa de la falta de diálogo y propuestas.

Es necesario que el Gobierno del Estado deje de negar la política detrás de informes de los abogados del Estado y afronte de una vez por todas que lo que está pasando en y con Cataluña no se arregla con el código penal en la mano, sino con voluntad de entendimiento, seducción y coraje político. Sí, también de coraje político.

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