El Vaticano siempre ha confiado en el Espíritu Santo como hacedor de Papas. Ahora tenemos dos: Uno emérito de origen germano, y otro, el llamado " titular" nacido argentino. Si los periodistas que han ido al mundial hubieran caído en ese detalle se habrían dado cuenta antes de comenzar el Campeonato del mundo en Brasil, que Alemania y Argentina estaban predestinadas por mandato "divino" a jugar la gran final de la fiesta del futbol el próximo domingo en el mítico Maracaná.
El Vaticano siempre ha confiado en el Espíritu Santo como hacedor de Papas. Ahora tenemos dos: Uno emérito de origen germano, y otro, el llamado " titular" nacido argentino. Si los periodistas que han ido al mundial hubieran caído en ese detalle se habrían dado cuenta antes de comenzar el Campeonato del mundo en Brasil, que Alemania y Argentina estaban predestinadas por mandato "divino" a jugar la gran final de la fiesta del futbol el próximo domingo en el mítico Maracaná.
Bromas deportivas aparte, la Iglesia Católica, vive estos días, no por el futbol sino porque la gobierna un pontífice "diferente", días de decisiones cargadas de un simbolismo hasta ahora considerado casi como imposible. Lo último de lo último, ha sido la nueva corriente que se vislumbra en torno a la polémica Banca Vaticana, que vista desde fuera, no tiene sentido en una institución nacida del amor a la pobreza y a la fe, pero si, en un estado moderno que ha de cuidar de unos presupuestos terrenales que requieren prudencia, pero, sobre todo, luz y taquígrafos, frase que hizo popular el político decimonónico Antonio Maura y que un conocido Cardenal norteamericano apellidado Marzinkus enterró en un mar de corrupción y malas prácticas.
Ahí, el Espíritu Santo si que ha iluminado al sucesor de San Pedro para poder desmontar una estructura que nada ha hecho por el buen nombre de la Iglesia Católica y si por su desprestigio en escándalos inexplicables y manejos inconcebibles. Algo que ya tocaba desmontar como ya se ha hecho con lo de los curas pedófilos y obispos tapa vergüenzas, en un acto ejemplar de petición pública de perdón, hasta ahora nunca visto, también protagonizado por este jesuita convertido en Papa que cada día que pasa, mejora en lo que dice y en lo que hace, lo cual a los que somos descreídos y escépticos, pero bautizados católicos, nos devuelve la confianza en que esta Iglesia de los ricos y los poderosos vuelva a encontrar de nuevo el camino del que con el paso de los siglos se desvió para volver o al menos, intentarlo, a sus verdaderos orígenes.
Pero, en este punto, dejemos atrás la trascendencia y retomemos de nuevo la versión humorístico ?futbolera del comienzo de estas líneas .¿Querrá esto decir, que si el Papa argentino ha vencido a las poderosas fuerzas del mal que han gobernado el Banco Vaticano, Argentina va a ganar la final de Brasil ante la "todopoderosa" selección de Alemania?
Ojalá ¿Dónde hay que poner una vela?
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