jueves, 28 de marzo de 2024 21:49
Opinión

Ejército catalán: "Éramos pocos y??.."

Manuel Fernando González Iglesias
Manuel Fernando González Iglesias

A Coruña, 1952

Siempre he creído que los ejércitos no sirven para nada bueno. Mi generación que hizo la mili durante 15 interminables meses sabe bien de lo que les escribo. Un buen servicio social o un trabajo comunitario en una granja de desintoxicación colocaría a los jóvenes en el plano de que las carreteras, los hospitales o el tercer sector son cosa de todos y no solo de la Hacienda del señor Montoro.

Siempre he creído que los ejércitos no sirven para nada bueno. Mi generación que hizo la mili durante 15 interminables meses sabe bien de lo que les escribo. Un buen servicio social o un trabajo comunitario en una granja de desintoxicación colocaría a los jóvenes en el plano de que las carreteras, los hospitales o el tercer sector son cosa de todos y no solo de la Hacienda del señor Montoro. A día de hoy, jóvenes muy preparados universitariamente llaman la atención porque no saben freír un huevo, hacer una cama o suponer que los yogures que compran sus papás nacen espontáneamente en la nevera. Luego, pasa lo que pasa con la realidad y todos nos lamentamos de generaciones perdidas irremisiblemente o de violencias en el metro contra los emigrantes.

Y sin embargo, esas carencias básicas en los que podríamos denominar, para entendernos, educación cívica, no justifican que a los jóvenes haya que mandarlos a hacer la mili para que se "formen" como personas, como nos decían a los de nuestra "quinta". La milicia, entonces, solo les servía a los que tenían vocación castrense o a los vagos de siete suelas que buscaban en el reenganche chusquero una forma fácil de convertirse en "parásitos sociales" sin que nadie les llamara oficialmente vagos.

Los nuevos tiempos han profesionalizado mucho a los ejércitos y en numerosas ocasiones les ha convertido en guardianes de la muy desprestigiada democracia occidental. Conflictos que se abren por culpa de las grandes o medianas potencias y que no se pueden cerra,r ya que las partes enfrentadas se mueven como marionetas cuyos hilos manejan "manos interesadas", propician el envío de tropas extranjeras bajo la bandera de la ONU u otros organismos internacionales que como falsos "ángeles de la paz" se colocan en medio de los contendientes, a los que previamente sus honorables gobiernos han vendido armas de todo tipo sin que se les caiga la cara de vergüenza, ni sientan el mas mínimo remordimiento por las víctimas inocentes que provocan.

Por eso, cuando leo que una sectorial de la ANC propone la creación de un ejército catalán me he llevado las manos a la cabeza y no he podido evitar que se me escapara la germanía popular "éramos pocos y?.." que, seguramente, es fruto de mi personal convencimiento de que la milicia armada sea la que sea, llama a la violencia y al enfrentamiento entre los pueblos, casi tanto como el hambre o la falta de trabajo. Por lo que deduzco, que Vds. pensaran que, a medida que me voy haciendo mayor, me he tramutado en un insufrible pacifista de tomo y lomo y que lo mío ya no tiene remedio. No niego que en tan polémico tema les falte la razón, ni que ello me produzca una íntima satisfacción, aunque a los de las fuerzas catalanas de liberación nacional tal postura les suene a desatino personal e incluso a traición a la patria. Lo siento dignísimas señoras y señores de la sectorial de la ANC, pero ¡ es que no puedo evitarlo?.!

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