jueves, 25 de abril de 2024 19:53
Opinión

Crisis y recesión, cosas distintas

Roberto Laxe
Roberto Laxe

El gobierno, al calor de ciertos datos de la llamada "macroeconomía" como el previsto crecimiento del PIB o la bajada de la "prima de riesgo", ha lanzado a bombo y platillo la campaña de que ya estamos saliendo de la "crisis". Para ello hace una trampa conceptual, equipara crisis con recesión. Es cierto que ciertos datos como los mencionados, son los que les permiten hinchar pecho para afirmarlo; pero salir de la recesión no es salir necesariamente de la crisis.

El gobierno, al calor de ciertos datos de la llamada "macroeconomía" como el previsto crecimiento del PIB o la bajada de la "prima de riesgo", ha lanzado a bombo y platillo la campaña de que ya estamos saliendo de la "crisis". Para ello hace una trampa conceptual, equipara crisis con recesión. Es cierto que ciertos datos como los mencionados, son los que les permiten hinchar pecho para afirmarlo; pero salir de la recesión no es salir necesariamente de la crisis. Una recesión es una fase dentro de un proceso mucho más largo, tiene unas causas más coyunturales (des/inversión del estado, repunte o no de algún sector de la economía, etc.) ymenos estructurales, que puede resolverse sin haber tocado para nada la crisis.

Los datos que manejan muchos "expertos", burgueses y de la izquierda, cuestionando el optimismo del gobierno por las altas cifras de paro o el empobrecimiento social, son absolutamente ciertos, pero "solo" destapan el carácter electoralista de la campaña del gobierno al criticar sus manifestaciones, no la crisis misma. Con sus argumentos no cuestionan el fondo, sino que sólo abren las puertas a otras políticas de crecimiento basadas en criterios intervencionistas estatales para la reactivación de la economía capitalista. No tienen en cuenta que la profundidad de la crisis la definen tres elementos fundamentales interrelacionados: uno, el carácter internacional, dos, una crisis que afecta a todo un modelo productivo y de organización del trabajo, que en el estado español tiene sus propias características, tres, tiene sus raíces en las relaciones sociales de producción capitalista, no en el ""egoísmo"" o el "mal "hacer"" de algunos empresarios y políticos corruptos. Solo actuando sobre estos tres elementos, se podrá salir de la crisis.

Vayamos a los tres elementos que la definen

1.- es internacional
Es internacional porque detona en el 2007 en los EE UU y arrastra a la UE, los dos principales centros del capitalismo mundial, afectando de las más diversas maneras al conjunto de la economía. Siete años después hasta los "expertos" reconocen que la recuperación en ambos centros es "endeble" y renqueante, a base de darle a la maquina del dinero en los EEUU, Gran Bretaña y Japón, que no va dirigido a la recuperación del aparato productivo, sino a la especulación, y de unas duras políticas de devaluación monetaria en la UE, que conducen a un empobrecimiento social y al mantenimiento de unos tipos de interés bajísimos, que permiten a los bancos capitalizarse a bajo precio, para luego vender el dinero a un precio más elevado.


En ambos casos, la especulación sustituye a la producción de mercancías en la generación de beneficios, dejando al margen a los sectores no financieros del capital. Sino, de qué el empecinamiento del BCE de mantener unos tipos de interés bajísimos para combatir, dicen, el fantasma de la inflación (como no sea la que nos pueden provocar los EE UU con su "maquina" de hacer dólares). La verdad es que ante la caída de la tasa de ganancia en la industria ?de la que los bancos son parte decisiva, tanto de manera directa, como accionistas, o indirecta, a través del préstamo y crédito-, los capitalistas buscan una rentabilidad en la especulación con el dinero. El Tratado de Maastricht, elaborado en pleno delirio neoliberal, así lo establece al prohibir taxativamente que los estados se financien directamente, sino que tienen que hacerlo emitiendo deuda, que los bancos compran con el dinero que los mismos estados les han prestado a bajo precio (al 0.25%), obligando a los estados a pagar unos tipos muy superiores.

2.- es de modelo de producción

La crisis no es solo que no haya crédito, estrictamente financiera, a la que la reducen muchos, incluso desde la izquierda; sino que el crédito no existe porque las entidades financieras no ven un sector productivo donde su inversión sea rentable, como antes de la crisis fue la vivienda. Si por una casualidad histórica hubiera un sector productivo donde las rentabilidades de las inversiones fueran superiores a las de la especulación pura y simple, veríamos como "el crédito fluía" de nuevo. El drama para los capitalistas, banqueros o no, grandes o pequeños, está en que ese sector no existe, porque la crisis es la crisis de todo un modelo productivo basado en sectores industriales, desde la construcción hasta el petróleo, desde la construcción de buques hasta las farmacéuticas, en las que la tasa de beneficios esta bajo mínimos.
Hoy, en la fase de decadencia del capitalismo, a falta de un modelo productivo que rebaje el tiempo de trabajo socialmente necesario para la producción, que introduzca una nueva organización del trabajo que aproveche la capacidad productiva de la clase trabajadora de una manera más rentable, la contradicción se resuelve sobre el aumento de los ritmos de producción, la rebaja de salarios y el empobrecimiento social.


Es el modelo productivo a nivel internacional el que está en crisis. Fue Lenin el que planteo que la fase imperialista del capitalismo es de alguna manera una "transición" a la planificación de la economía a través de los truts, del capital financiero, que al acabar con la libre competencia y controlar diversas fases del proceso productivo y de distribución, se ven obligados a introducir muchos elementos de planificación en la gestión y la organización del trabajo. El drama es que no dejan de ser capitalistas, y por lo tanto, tarde o temprano, actúan sobre ellos las leyes del capitalismo: el imperialismo es la fase superior, y de decadencia, del capitalismo que nos ha traído a esta situación critica.
En el caso español lo que estalló fue el modelo productivo construido tras la derrota de la guerra civil, basado en un aparato productivo endeble, dependiente de las inversiones extranjeras y del estado (no olvidemos que la tan cacareada industria "española" del automóvil no existe, sino que son todas, fabricas deslocalizadas de Alemania, Francia, EE UU, etc., etc.), y sobre dos patas propias, la construcción y el turismo. Con la construcción destruida, al estado español solo le queda encomendarse al turismo, como podemos ver con las campañas del gobierno, al mejor estilo franquista / fraguista que para eso es el fundador del PP, del "Spain is different" y a las TVs resaltando constantemente los millones de turistas. Solo falta que retomen las imágenes del NoDo del "turista un millón".
Este modelo productivo, si así se le puede llamar, es marginal en un mundo donde el centro de gravedad del poder económico ya ha dado la vuelta al mundo y se sitúa hoy en nuestras antípodas, en Asia fundamentalmente. Por ello, hablar de recuperación porque han venido no se sabe cuantos millones de turistas es, cuando menos, una burla a los millones de parados y emigrantes; y demuestra una incapacidad crónica de las burguesías del estado español para levantar un proyecto social realmente digno de tal nombre.

3.- el edificio esta agrietado en sus muros de carga
El tercer aspecto es el que sostiene todo el edificio que esta agrietado: las relaciones sociales de producción capitalistas han entrado en crisis al ponerse de manifiesto con toda su crudeza la ley que para Marx era central en el desarrollo capitalista, la tendencia decreciente de la tasa de ganancia.


Éstas relaciones tienen como columna vertebral la optimación del beneficio empresarial. Ningún "emprendedor", como se les llama ahora, monta un negocio, una industria, para no tener beneficios... es más, cualquier empresa, si no tiene beneficios, tiene pérdidas; no existe el término medio. Este objetivo central ordena todas las relaciones sociales dentro del capitalismo, y para conseguirlo convierte en mercancía ?-producto del trabajo humano para su venta en el mercado- todo lo que toca, desde el cuerpo humano hasta el aire.


La tragedia del sistema es que ha desarrollado tanto la capacidad productiva del sistema, que la generación de beneficios esta puesta en cuestión. Los sectores productivos tradicionales están al limite: si el valor de cambio de un producto viene determinado por el tiempo de trabajo socialmente necesario para producirlo, es un hecho que la caída de la tasa de ganancia es el motor de la actual crisis. Como expresan Gérard Duménil y Dominique Lévy, en su obra Crisis y salida de la crisis, hasta los 80 "La tasa de ganancia que en EEUU durante el periodo 1965-1974 era del 20,7 %, cayó en el periodo 1975-1984 hasta el 15,9 %; mientras que en Europa que durante el periodo de 1965-1974 era del 19,1 %, cayó en el periodo 1975-1984 hasta el 14,1 %", y nos dan dos series de datos más: "la tasa de acumulación que durante el periodo 1965-1974 era en EEUU de 4,4 %, cayó en el periodo 1975-1984 hasta el 3,3 %; mientras que en Europa, considerando los mismos periodos, desde el 4,8 hasta el 2,3. Por último la tasa de desempleo que EEUU durante el periodo 1965-1974 era del 4,6 %, subió hasta el 7,7 %; mientras que en Europa, considerando los mismos periodos, subió del 2,1 % hasta el 6,2 %". Estas pérdidas fueron sustituidas por las ganancias generadas por los "genios de las combinaciones financieras" (Lenin, Imperialismo Fase superior del Capitalismo), es decir, por la ofensiva neoliberal de los últimos 30 años. Pero no solo no se resolvió la crisis generada por la caída de la tasa de ganancia, sino que se sentaron las bases para que sucediera lo que ésta sucediendo.


Frente a ésta situación, desde el gobierno, la oposición y sus "expertos", en una simplismo típico de los políticos españoles que da miedo, se nos insiste en que el problema es que no hay consumo, que si hubiera consumo habría recuperación seria. La crisis esta dejando en evidencia a estos contables del capital (Marx decía que la burguesía tenía a los economistas y el proletariado a los comunistas), puesto que, si para que recupere el consumo hay que ganar más, cómo se come eso con los despidos masivos; por otro lado, cómo se hace de manera sostenida en el tiempo sin un crecimiento del aparato productivo: ¿solo a base de inversiones estatales?


A ver si nos enteramos, el dinero para el consumo no "crece" en los bancos, aunque muchos lo piensen así: el dinero no sale de los cajeros por generación espontánea. El dinero es la forma que adopta ese tiempo de trabajo socialmente necesario, el pagado a través del salario, y el no pagado pero del que se apropia el capitalista, la plusvalía. En el mercado, cuando la mercancía es vendida, eso que es tiempo de trabajo se convierte en su forma monetaria, en euros montantes y sonantes. Son estos euros los que alimentan el consumo.


El sistema capitalista ha alcanzado un nivel productivo que para los capitalistas no es rentable la apropiación de ese tiempo de trabajo no pagado, porque es mínimo: es tan poco el valor ?tiempo de trabajo- incorporado a cada mercancía por la capacidad de producción, que su venta no es rentable (pocos céntimos por cada mercancía). Esta es la manifestación de esa relación inversa que hay entre capacidad productiva del ser humano y tasa de beneficio, y de la contradicción entre el capitalista individual y el capital como relación social. El capitalista individual en su afán de aumentar sus beneficios privados introduce mejoras productivas que abaratan las mercancías, hundiendo al competidor que no es capaz de seguirle el ritmo (¡Inditex!), pero con esta obsesión, este capitalista esta bajando el valor y los precios de todas las mercancías, reduciendo la tasa de beneficios del conjunto del sistema.


Al final, cuando estallan las crisis, es decir, la tasa de beneficios es tan baja que ningún capitalista quiere mantener la inversión productiva, todas las relaciones sociales capitalistas se ven puestas contra las cuerdas. Primero, la relación productiva fundamental, la del capital/trabajo, puesto que los capitalistas precisan de la reducción del valor de la fuerza productiva, el ser humano, para aumentar la tasa de explotación, es decir, el margen del tiempo de trabajo no pagado que se apropian; segundo, los capitales mejor invertidos, más productivos, destruyen a los menos productivos con las consecuencias del paro masivo y la agudización de las tensiones intercapitalistas; en tercer lugar, aumenta el saqueo de las riquezas de los pueblos y de los sectores oprimidos, a los que se les reduce todas las prestaciones sociales al servicio del mantenimiento de los beneficios empresariales.


En este cuadro suenan a lamentos pequeño burgueses ante una crisis de un calado que ninguno de ellos se atreve a admitir, tanto las palabras "optimistas" del gobierno (quien se cree esa tontería de la "confianza" como factor económico), que los economistas incapaces de entender las causas estructurales de la crisis repiten para consolarse, como los mensajes aparentemente catastrofistas pero vacíos de contenido, de la oposición.


Podremos salir de una recesión, para caer en otra a poco, porque la causa central de la crisis, la caída de la tasa de ganancia fruto de la gran capacidad productiva del sistema solo se puede resolver con una revolución en el aparato productivo. Para salir de la crisis hay que acabar con éste modelo productivo, basado en el motor de explosión y el petróleo. Parafraseando a Marx, de la misma manera que el molino de agua dio el feudalismo, que la maquina de vapor el capitalismo, ... el motor de explosión dió el imperialismo capitalista; ¿que sociedad nos dará la producción a partir de la nanotecnologia, el grafeno o la ingeniería genética?.


Esta es la contradicción intrínseca del sistema; su única salida como relación social capitalista supone la desaparición de los capitalistas concretos y actuales. La clase trabajadora tiene que prepararse para que ésta desaparición no suma al mundo en una barbarie, luchando por un nuevo modelo de relaciones sociales; situando la salida de la crisis no en el terreno meramente económico, economicista, sino en el político de la conquista de una nueva sociedad.

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