viernes, 19 de abril de 2024 16:17
Opinión

El Silencio de los corderos

Manuel Fernando González Iglesias
Manuel Fernando González Iglesias

A Coruña, 1952

Tras el debate Cañete-Valenciano en que los corderos de mi primo de Lourente se durmieron sin proponérselo, queda por aclarar lo de Felipe González y su "verdad de la buena", ya que el ex Presidente que nunca da puntada sin hilo dijo lo que pensaba y, por una vez en su vida política, fue sincero. Y es que al líder del clan de la tortilla sevillana no le interesa un PSOE alejado de la moderación.

Tras el debate Cañete-Valenciano en que los corderos de mi primo de Lourente se durmieron sin proponérselo, queda por aclarar lo de Felipe González y su "verdad de la buena", ya que el ex Presidente que nunca da puntada sin hilo dijo lo que pensaba y, por una vez en su vida política, fue sincero. Y es que al líder del clan de la tortilla sevillano no le interesa un PSOE alejado de la moderación. Quiere, y ha trabajado duramente para ello desde la Transición, que la derecha y la izquierda tradicional sean, de hecho, un centro derecha y un centro izquierda, que den vida y sustento a una sociedad jerarquizada con un Rey Constitucional de base posfranquista y un estamento financiero (Bancos, grandes empresarios, multinacionales?) que no está para demasiados sobresaltos sociales. Por lo tanto, que PP y PSOE se entiendan quiere decir que el modelo seguido tras la muerte de Franco no se rompe, y que nuestros políticos seguirán cambiándolo todo para que, lo substancial, permanezca inalterable.


Pero claro, los tiempos cambian y, aunque parezca que la gente se ha dormido, atemorizada por el zarpazo que a su economía y a sus vidas les han dado los poderosos con la vergonzante ayuda de los dirigentes europeos, incluido el nuestro, esto va a cambiar, mal que le pese al viejo ISIDORO porque, tras los desahucios, los comedores infantiles sin becas, los ancianos y discapacitados en total abandono, y los muchos daños colaterales que han generado los recortes en la sanidad, la universidad, en la función pública y hasta en el firme de las carreteras, está germinando en lo más profundo de la sociedad un proceso que, como en el cuento de la bella durmiente, despertará más pronto que tarde, cuando reciba el beso de amor del líder o la lideresa que despierte tanta ira contenida por tantos derechos pisoteados por quienes "no habitan en desiertos remotos", que dijo un día un colega/presidente del Señor González Márquez para camuflar decisiones perversas. Y claro, para parar todo eso, ¡qué mejor que un gran pacto...!

Por eso, si las elecciones europeas van a servir para algo, seguramente será para mostrarnos un nada desdeñable banco de pruebas en el que ya comienzan a verse y escucharse nuevas voces, incipientes dirigentes que dicen y hacen cosas que nada tienen que ver con la política profesional que, hasta ahora, domina con manu militari, a través de los aparatos de los grandes partidos, el arco parlamentario español. Escuchémoslos y comencemos a saborear el lento pero delicioso sabor de la venganza en el plato pequeño y siempre frío de los que menos tienen, que habla ya a través de sus voces y eslóganes minoritarios, como ya a lo largo de la historia, también hablaron quienes ahora han cambiado ideología por poder e intentan que permanezcamos en silencio como los pobres corderos a los que, en la noche del jueves, durmieron profundamente con sus cuitas edulcoradas, Doña Elena y Don Miguel, a los que Dios perdone por tanta retórica politíca.

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