jueves, 25 de abril de 2024 20:52
Opinión

ETA política 

Robert Pastor
Robert Pastor



El último comunicado conocido de ETA fue decepcionante a primera vista en cuanto a su contenido, porque se limitaba a ratificar el cese definitivo de la "lucha armada"; nada de nuevo, desde el punto de visto práctico.

El último comunicado conocido de ETA fue decepcionante a primera vista en cuanto a su contenido, porque se limitaba a ratificar el cese definitivo de la "lucha armada"; nada de nuevo, desde el punto de visto práctico.

Aún así, los acostumbrados a leer entre líneas encontrábamos detalles significativos. Había, en primer lugar, la mención de un "comité ejecutivo", con una nomenclatura más bien propia de los partidos políticos, en lugar del anterior "biltzar ttipia"; además, figuraba el rendimiento de cuentas de un tipo de asamblea general, presencial o virtual, con participación de todos los militantes que habían votado, en un 80 por ciento a favor de continuar con la ausencia de actos violentos, por "sólo" un 4,3 por ciento de partidarios de retomarlos.

La proporción es mínima, pero existe, y recuerda la posibilidad que, cómo ha pasado en Irlanda, una pequeña pandilla de irreducibles vuelva por las veredas abandonadas, que es el que la misma organización, y el entorno, intenta evitar para no hacer pasas en detrás ni volver a situarse, más que nunca, en el ostracismo y la descalificación social; por todas partes y en el propio país.

Si además el texto incluye declaraciones como por ejemplo que "superar el conflicto es una prioridad, pero también hay que hacer pasas prácticas en la vía independentista" y se hace un análisis del papel de instituciones y fuerzas políticas ?sacado de Sortu- con descalificación frontal de la l'immoblism de los gobiernos español y francés, de los partidos de ámbito estatal, junto con la tibieza del PNB, todo esto en contraste "con la posición favorable de las fuerzas de Ipar Euskal Herria (País Vasco francés), tanto de adscripción exclusivamente vasca como francesa", nos encontramos con un tipo de puntos básicos de programa político.

Se ha dicho, y es muy cierto, que no es aceptable ningún tipo de exigencia, ni siquiera de declaración que venga de esta procedencia, ni ninguna negociación, ni siquiera diálogo, con ellos que incluya aspectos políticos.

En su caso, se tiene que limitar a las posibles medidas de alivio del régimen penitenciario de sus presos y a una verificación convincente de la entrega de las armas y la disolución. El debate político corresponde exclusivamente a las fuerzas homologadas, que ahora ya incluyen Sortu, un golpe vuelta en la legalidad.

De hecho, con diferentes acentos, los gobiernos español y vasco, y todos los partidos y coaliciones, empezando por el más cercano al grupo todavía armado, han respondido con la insistencia en que se desarmen inmediatamente, y se disuelvan a continuación. Varias fuentes habían anunciado una entrega muy cercana de los arsenales que todavía puedan conservar, primero antes de Nadal, y después en pocos meses. Puede ser este comunicado una carga de razón, ante los militantes ?sobre todo los más radicales- para hacer efectiva esta condición tan reclamada y con una unanimidad que se extiende al grupo de la sociedad civil impulsor del plan de paz y a los mediadores internacionales? Se podrá comprobar pronto, más temprano que tarde.

La historia tiende a repetirse. ETA político-militar (P-M), rama mayoritaria después de la V Asamblea de 1970, antes de la escisión entonces minoritaria de los "milis" (militares), y a diferencia de esta última, seguía las consignas del brazo político, Euskadiko Ezkerra. Según analistas solventes, aun así, creó una situación incómoda y difícil a la formación, parlamentaria, con una serie de acciones sangrientas y segrestaments contra dirigentes de la coalición gobernando en el Estado al inicio de la transición (la UCD de Suárez) y durante la negociación y aprobación del Estatuto de Gernika, todavía vigente.

Desde la obediencia a los ideólogos, es conocido que ETA (P-M) se disolvió en 1986, ya hace más de 25 años, y el paso fue muy muy acogido por el sistema del momento, con todas las facilidades jurídicas , penitenciarias y de reinserción para los quién habían sido miembros. Y todavía más, Euskadiko Ezkerra se partió, y los militantes de la formación (incluidos terroristas) formaron mayoritariamente la nueva coalición con los socialistas (PSE-EE), mientras los disidentes minoritarios se repartieron entre los partidos nacionalistas (PNB y EA) o abandonaron cualquier actividad y se van, como se acostumbra a decir, "quedar en casa".

Es difícil dar nada por seguro. Y por eso hay que volver a la pregunta: ETA prepara el camino para acontecer una organización política, previo desarme y disolución de las estructuras históricas? Y, si así fuera, será dentro de la coalición EH-Bildu, o exclusivamente en Sortu, dejando de lado el resto de pequeñas formaciones que horas de ahora forman la coalición con representación parlamentaria? La respuesta la traerá el viento del tiempo.

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