La decisión de los Magistrados del Constitucional de salvar la imagen de imparcialidad de su Presidente Francisco Pérez de los Cobos aborrece el sentido común de la mayoría de los catalanes.
La decisión de los Magistrados del Constitucional de salvar la imagen de imparcialidad de su Presidente Francisco Pérez de los Cobos aborrece el sentido común de la mayoría de los catalanes. Independentistas o no, sentimos, una vez mas, que el mas Alto Tribunal del reino de España nos toma el pelo y se prepara para tomar decisiones sobre nuestro presente o nuestro futuro del cariz que provocó la famosa sentencia contra el Estatut de Catalunya que habían aprobado el Congreso , el Parlament y habían refrendado los catalanes en las urnas el 18 de junio del 2006. Esas son precisamente las cosas que dan alas a quienes dicen que España nos roba o que fuera de la Constitución se vive mejor.
Pérez de los Cobos no es lo que todos pensamos que debería ser un Presidente del Constitucional. Su biografía profesional, nos hace presuponer, que cualquier recurso que presente la Generalitat no contará ni con su comprensión, ni con su apoyo, aunque él diga que en Catalunya se siente muy a gusto y que la quiere mucho. Pronto tendremos la ocasión de comprobarlo, y lo malo es que acabaremos lamentándolo y enfadándonos gravemente.
Rajoy ha hecho un Tribunal a su medida y los populares harán buen uso de esa ventaja institucional, escondiéndose detrás de la bandera constitucional, como conocidas familias de la burguesía catalana con mando político se han amparado y todavía se protegen detrás de la senyera para mantener su privilegios y realizar grandes negocios que luego provocan trasferencias millonarias desde Suiza hasta Suramérica. con correos electrónicos muy comprometedores.
La rueda de la insensatez política sigue girando encima de la decencia, y el sentido común se encuentra en paradero desconocido, mientras unos y otros nos preparamos para discutir "apasionadamente" por la paternidad del mapa catalán, jaleados por políticos mediocres de uno y otro lado del Ebro que ,como siempre, se miraran los toros desde la barrera, para evitar lo que los modernos llaman "los daños colaterales".
Manuel Fernando González
Editor y Director
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