sábado, 20 de abril de 2024 03:22
Opinión

LA ENTREVISTA, PERO ¿QUÉ ENTREVISTA?

Manuel Fernando González Iglesias
Manuel Fernando González Iglesias

A Coruña, 1952

Que no me digan los colegas de TV3 que pelean por su convenio y que nos envían sus notas de prensa reivindicativas que la entrevista de la noche de este lunes de su exdirectora Terribas al President Mas fue un modelo de independencia informativa, porque no es cierto. Lo que se pudo ver y escuchar ayer por la noche en la televisión pública catalana se parecía como dos gotas de agua a cualquiera de los numerosos interviús que en TeleMadrid solían hacerle a Esperanza Aguirre, con gran escándalo de la clase periodística madrileña no aguirrista y, sobre todo, del Comité de empresa de la propia televisión que ponía a caldo a sus compañeros por semejantes farsas. Aquí eso no sucede porque, como todos sabemos, en la profesión está mal visto criticar al poder establecido, no vaya a ser que se nos trate a los que lo hacemos de españoles malparits, también llamados unionistas.


Y sin embargo, lo de ayer fue una verdadera vergüenza para la profesión, que me imagino que nuestro Collegi seguirá silenciando mientras quien presida su directiva esté a sueldo de la Corporació Catalana ocupando, además, antena en Catalunya Informació. Y eso es, primero triste, y después muy malo para la credibilidad de todos nosotros los periodistas, incluso para aquellos que sincera y honestamente defienden el proceso soberanista, que están en su derecho, mientras otros nadamos en otras aguas federalistas pero claramente solidarias con la buena gente del estado con la que, además, nos unen lazos familiares o de amistad.


A Artur Mas le veo como a Alonso Quijano: perdido en su lucha con los molinos de viento, viendo gigantes donde no los hay y, sobre todo, liquidando toda la estructura democrática de Catalunya a base de enviar al limbo o al desprestigio social al resto de los partidos políticos que no siguen sus consignas. Su última víctima ha sido Unió, su compañero del alma durante 23 largos años; antes lo fueron el PSC, Iniciativa y hasta el mismo PP, que además de Alícia Sánchez-Camacho, que debe cesar pronto en sus funciones de portavoz, también tiene políticos muy válidos en sus filas que son tan catalanes como el mismísimo Quico Homs, subido ahora a los altares de coordinador de campaña. Al President solo le queda liquidar a Esquerra, faena que ya ha entrado en el tiempo de banderillas, al que se dedican con especial saña los movimientos sociales enviados por el molt Honorable, que no quiere más que una lista electoral, como si el tiempo hubiera regresado al pasado y aquí solo existiera el pensamiento único. Esperemos que Junqueras y los suyos hagan honor a sus ideas y que el 27 de septiembre no sea un día negro para la democracia.


¿Y en España? Mal, gracias. Todos metidos en campaña, olvidándose de que aquí estamos como estamos, que hay que mojarse el culo politico y que el cataclismo nos afecta a todos.

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