martes, 14 de mayo de 2024 11:36
Opinión

AQUEL MAYO DEL 68

Manuel Fernando González Iglesias
Manuel Fernando González Iglesias

A Coruña, 1952

No me gusta hablar del islamismo porque lo que cada cual crea o piense, sobre Dios y el mundo en el que rezamos, es un asunto privado. No creo tampoco en eso tan en desuso de fieles e infieles que retroalimenta a los intransigentes y a los fundamentalistas. Me gusta charlar con los ateos y los agnósticos, porque su sabiduría alimenta mis creencias, que también las tengo. Y no entiendo, ni creo que alcance a comprender nunca, cómo en nombre de Ala, Jehová o Jesús se puede asesinar a otro ser humano que nació para ser feliz e irse de este mundo, porque le llegó su hora o por propia voluntad. Soy como que se dice ahora, un pagafantas de los violentos, siempre dispuesto a disfrutar de la vida y por lo tanto a que me la quiten porque un fin de semana decida pasarlo en París y tomarme un café en la terraza del Café Bonne Biere al lado mismo de la rue Oberkampf.


Me dicen los amigos que estamos en una guerra global entre los que tienen la riqueza y los que la consiguen matando en nombre de Alá, y que todos debemos estar asustados porque este mundo ya no es seguro. ¿Y cuando lo ha sido?, contesto acojonado. Y me miran como si fuera un paria al que hay que dejar a su suerte porque no tiene ni p...idea de la sociedad en la que vive, ni tampoco la menor intención de enterarse.


Y sin embargo, sin saber por qué, escucho la Marsellesa en el telediario de la uno, cantada en la Sorbona y se me escapa una lágrima que intento disimular ante los míos, diciendo que tantas horas al ordenador me ha hecho trizas la mala vista que me queda. Será que los muertos de París, son para mí, como si fueran los de mi familia y también, un europeo sin aspiraciones como los miles que disfrutan de empleo fijo en cualquiera de las sedes comunitarias de Bruselas, que a pesar de su status conformista y desganado, no está de acuerdo con lo que pasa y que cualquier semana de éstas como el Bill Foster de "Un día de Furia", personaje magistralmente interpretado por Michael Douglas, sacará a la superficie la frustración que lleva en su interior de ser humano y la esparcirá colocando una flor en cada fusil como ya hizo el pueblo portugués en la Revolución de los claveles.


Ay Grandola vila morena, ¡cuánto te echo de menos! Definitivamente no tengo remedio. El Mayo francés del 68 me ha dejado marcado para siempre, y nada, ni nadie, podrá cambiarme. 

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