viernes, 29 de marzo de 2024 11:33
Opinión

LA CAMPAÑA SE CANIBALIZA

Manuel Fernando González Iglesias
Manuel Fernando González Iglesias

A Coruña, 1952

A la campaña electoral le queda la recta final del desgaste y, como es lógico, se canibaliza. Los peores instintos de los asesores de los partidos se escenifican, invitando a los candidatos, a ir a por la yugular de su oponente más directo, que es aquel que ha osado penetrar en su hábitat electoral y trata de arrebatarle la dádiva del voto de sus tradicionales seguidores. Así se explica, por ejemplo, la durísima diatriba de Felipe González contra Podemos por su vergonzante pasado de cobrar en millones su asesoría política al régimen del orangután venezolano, ahora en caída libre. Hará bien Pedro Sánchez en seguirle el ritmo a su maestro político y de paso recordarle a Pablo Iglesias el soufflé de Syriza en Grecia, donde su amigo Tsipras sedujo al pueblo griego para después darse un baño de realidad comunitaria al tener que subir impuestos y bajar servicios sociales. Es evidente que todo esto llega con un PSOE desmotivado, que ha hecho una campaña horrorosa en la que su cabeza de lista se ha equivocado de oponentes y de debates.


Y si el bipartidismo comienza a dar paso a las llamadas "fuerzas emergentes" que han encontrado dinero para sus campañas en los lugares más insospechados, algo que los dos grandes partidos no se han atrevido "aun" a denunciar, candidatos tan brillantes como Andrés Herzog, Alberto Garzón o el incombustible, pero todavía útil Duran i Lleida, se han quedado a las puertas de las grandes cadenas de televisión suplicando una oportunidad para poder debatir su programa político, sin que nadie les haya hecho el menor caso, seguramente porque la democracia española no ha sabido dotarse de mecanismos suficientes para lograr que los partidos minoritarios compitan en mejores condiciones que los que ya son muy grandes o han crecido desmesuradamente porque lo dicen unas encuestas evidentemente interesadas. Dejar fuera de los debates a tres formaciones políticas que han tenido en la pasada legislatura diputados electos, mientras comparecen otras dos que no han obtenido ninguno, es una "cacicada incalificable" que la ley de la televisión privada debería saber evitarlo sin ningún género de dudas, y no digamos la Primera de Televisión española.


Pero claro, dile tú ahora al Gobierno que le exija a Atresmedia o a Mediaset que deje a un lado las audiencias y apueste por una democracia más pura y más limpia. Es un empeño, casi tan difícil como que Rajoy no se tiña el pelo o que las encuestas de los periódicos de papel, no sean un camelo. Así que, ¡a canibalizar! que es lo que verdaderamente importa en estos momentos. Y si, al final, un partido saca más diputados y otros tres empatan, ¡qué más da!, ya se arreglarán sus aparatos para ponerse de acuerdo, porque, no nos engañemos, este país llamado España lo aguanta todo, bueno.... casi todo, porque a Artur Mas ya no lo quieren... ni los suyos. 


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