viernes, 19 de abril de 2024 20:30
Opinión

CAMBIO, DIÁLOGO Y... DESACUERDO

Manuel Fernando González Iglesias
Manuel Fernando González Iglesias

A Coruña, 1952

A Pedro Sánchez nadie le va a poder quitar el mérito de haber intentado pactar un gobierno con quienes le hubiera apetecido integrarlo, incluso con aquellos que están dispuestos a eliminarlo como candidato antes, ahora y cuando le voten ‘no’ en la investidura.


Ha sido el suyo un discurso de centro-izquierda, tal y como casi todos esperábamos, y solo en algunos momentos giró su mirada hacia los bancos de Podemos para preguntarles: "¿Por qué no nos unimos para formar un gobierno de cambio?". La respuesta de los ‘podemitas’ no se hizo esperar al acabar la sesión: "Ha sido un discurso decepcionante... Y como el PP no se abstenga, Sánchez no será presidente...".


El secretario general socialista también dejó en el aire un advertencia muy clara sobre su partido, el PSOE: "Somos la piedra angular de la gobernabilidad". Un aviso para navegantes que pretendan convertir España en una versión ‘light’ de la Grecia que gobierna Syriza, en la que los socialistas se esfumaron del poder y luego los colegas de Podemos ilusionaron a sus conciudadanos para, finalmente, mantener el país en una crisis permanente, incapaces de poder cumplir las numerosas promesas a las que se comprometieron en campaña electoral.


Es posible que el líder socialista no pueda cumplir muchas de las promesas sociales que ha anunciado en su discurso como candidato, porque Bruselas y el IBEX se lo impedirán, pero es muy fácil comprender que una cosa es hacer el pan y otra, repartir el trigo, si se puede llegar a tener un horno en el que cocer la mezcla. A veces para subir un piso hay que hacer descansos estratégicos.


Y si alguien ha sido el protagonista de esta intervención parlamentaria, ese ha sido Mariano Rajoy, quien, de haberse ido ya --que aún está a tiempo--, seguramente la gran coalición tendría bastantes más posibilidades que las que ahora mismo tiempo tiene, que son prácticamente nulas. Como las que también tiene el derecho a decidir y, por lo que parece, la supresión de las Diputaciones, pese a que figura en el acuerdo firmado con Ciudadanos y que, sin saber por qué, no apareció en el discurso de Pedro Sánchez.


El secretario general de PSOE ya sabía que, tras sus palabras, todos los que le van a decir ‘no’ se le tirarían a la yugular, dialécticamente hablando. ¿Le merecía la pena? Según los barones de su partido no, porque temen perder aun más diputados en las próximas elecciones, y además les gusta la abstención que originaría la gran coalición, o sea: que siguiera Rajoy.


Por eso, uno cree que los ciudadanos sabrán valorar mejor lo que acaba de hacer Sánche, que lo que desprecian los suyos. Y eso lo saben Podemos y el PP, que en las réplicas serán especialmente duros con el candidato, sencillamente porque la gente es menos tonta de lo que nos quieren hacer creer algunos. Así que esta comedia en tres actos todavía no ha hecho más que comenzar a representarse, y el tiempo dirá si tenemos razón. De momento, mucho cambio, escaso diálogo y evidente desacuerdo.

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