viernes, 29 de marzo de 2024 02:21
Opinión

VILADECANS YA NO ES 'VILADECARLITOS'

Manuel Fernando González Iglesias
Manuel Fernando González Iglesias

A Coruña, 1952

Aunque nací galego y ourensán, Viladecans es mi pueblo. Allí vivo y allí siempre he vuelto después de mis andanzas como periodista durante unos 42 años, que se dicen pronto, por toda España. Por lo tanto, lo que pase a mis convecinos no me es indiferente, aunque lo que me gusta es pasar completamente desapercibido como un vecino más.


Hoy nos ha visitado la Guardia Civil y como consecuencia de ello ha habido registros y las primeras detenciones. De la Oficina Antifraude de Catalunya, que también sabe lo que estaba pasando en Viladecans, de momento no hay noticias. Como tengo la obligación de ser sincero con ustedes, los lectores de Catalunya Press, les tengo que decir que me lo esperaba. Incluso, mucho antes. Este diario venía denunciando desde hace más de dos años los "excesos" que el alcalde del PSC, Carlos Ruiz, y sus sucesivos equipos de Gobierno venían cometiendo de forma "impune" y reiterada en beneficio de quien la Benemérita sabrá decirle al juez que lleva la instrucción.


Me duele y me avergüenza que estas cosas pasen delante de mis propias narices. Pero mi apéndice nasal no es ni mejor ni peor que el de los valencianos o de los madrileños sumergidos en graves casos de corrupción que todavía siguen coleando.


Con la redada saldrán muchas de las cosas que hemos publicado y de las que en más de una ocasión he advertido personalmente a conocidos dirigentes socialistas, por lo que se ha visto, sin el menor éxito. La CUP, en cambio, supo denunciar en Tarragona lo que, a mi entender, no es más que un pequeño eslabón de la cadena INIPRO (Iniciatives i Programes), que tiene su epicentro en Viladecans y varios puntos de negocio ligados a intereses políticos en distintos municipios que seguramente las pesquisas irán destapando. El suceso que se investiga ahora atañe al año 2007, y este periódico ya ha denunciado datos "extraños" que van desde el 2008 al 2014, cuando varios millones de euros del presupuesto municipal cayeron en las manos de uno de los detenidos, Ricard Campá, un simple testaferro o, si lo prefieren, gestor instrumental, para que Inipro los gestionara a su mejor criterio beneficiándose de la generosidad de los equipos de gobierno sociatas y de la indolencia de otros grupos políticos que dejaron hacer --o les importó un pito-- lo que se estaba guisando en las comisiones de gobierno e iba luego a los plenos.


El otro gran detenido, Joaquim Guerrero, que de conserje en los tiempos en los que su amigo el alcalde era concejal de Cultura ha llegado a convertirse en Primer Teniente de alcalde, y no lo olvidemos, también en primer secretario de los socialistas de Viladecans, o sea, en jefe político por "aclamación" de la brigada municipal en la que casi todos su miembros son militantes con carnet del partido del puño y la rosa, de todos los socialistas que en la comarca comanda Antoni Poveda, el gran protector de este "major" tan peculiar que además le ha regalado a las empresas de Florentino Pérez, el presidente del Real Madrid, las mejores obras del pueblo además de la limpieza de sus calles.


Les aseguro que hoy en Viladecans mucha gente decente ha llorado de alegría al ver entrar a la Guardia Civil. Son ciudadanos anónimos a los que se les ha tenido contra una pared durante años por no someterse a los criterios de un déspota. O aquellos otros trabajadores del Ayuntamiento contra los que el alcalde ha dirigido sus pleitos "gratis total" para él --que no para las arcas públicas-- con el fin de amedrentarlos o arruinarlos y que ganados sus juicios el gobierno de Carlitos no ha querido rehabilitar, y sí en cambio ocultar o desmentir cada vez que Catalunya Press se lo recordaba.


Y es que, cuando un personaje público vive durante 29 años a cuenta del dinero de todos y tiene la escasa formación intelectual de "animador cultural" por bagaje curricular, es fácil entender que lo único que le interesa de la política es el cargo, la permanencia vitalicia y, sobre todo, la sumisión absoluta de quienes le rodean, que son los que luego ejecutan el trabajo sucio y que siempre en redadas como esta son los primeros en caer en manos de la Guardia Civil. En este sentido, me atrevo a afirmar que la red clientelar de amigos y familiares colocados o trabajando para el Ayuntamiento y sus empresas es insuperable, como han venido denunciando infructuosamente los panfletos que han circulado por Viladecans en los últimos años.


Esta mañana al Teniente Alcalde Guerrero lo detenían los guardias en el barrio Salas al lado de su alcalde, que me dicen, se quedó mudo del asombro, quizás porque no acertaba a comprender que el Caso Pretoria, del que se salvó por los pelos --el cerebro Luigi le visitó decenas de veces-, otros dicen que más bien por la calva de Rubalcaba, no es la Operació Anfiteatre tras la que quiero creer que Viladecans ya no será nunca más Viladecarlitos, sino el pueblo tranquilo y trabajador del Baix Llobregat que siempre ha sido hasta que la avaricia especuladora de un tunante la ha convertido en la Sodoma y Gomorra de unos cuantos espabilados que ahora me espero huyan en estampida.

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