EL SILENCIO DE JUNQUERAS

Es curioso que un persona que está acostumbrada a salir en los medios de comunicación un día sí y el siguiente también, especialmente en los públicos que controla su partido como nadie, lleve un tiempo sin hacer ninguna declaración. Me estoy refiriendo a Oriol Junqueras, que sólo ha escrito un artículo de opinión en su diario de cabecera, el Avui, con un título que les sonará a todos: ‘Viva la democracia, viva el pueblo soberano, viva la República catalana’. Éstas fueron las últimas palabras con que Carme Forcadell cerró su discurso de investidura como presidenta del Parlament de Catalunya. Ha sido un guiño de complicidad hacia ella. Pero no vamos a entrar en ese tema hora, ya lo haremos en otra ocasión.

En su escrito, Junqueras hace un repaso de los acontecimientos tan importantes, me atrevería a decir trascendentales, que van a tener lugar el mes de septiembre en Catalunya: la Diada, la moción de confianza a Puigdemont -y al mismísimo Govern del cual Junqueras es el vicepresidente económico- y la aprobación de los presupuestos del 2017, en estos momentos en manos de la CUP. Para facilitar el sí de los antisistemas, Junqueras ha reservado una partida económica, no dice la cifra, para organizar un referéndum unilateral de independencia si Puigdemont supera la moción el 28 de septiembre y el gobierno que sea más los tribunales correspondientes se lo permitan.

El silencio del responsable de los dineros del Govern tiene que ver con el autoconvencimiento de que “en tiempos de tribulación no hacer mudanza”, como decía Ignacio de Loyola. Junqueras, que es muy religioso, sabe lo que quiere decir la frase del fundador de los jesuitas, aunque él sea la antítesis de lo que ellos representan…

Con la vuelta a la normalidad, las declaraciones y la presencia en los medios del vicepresidente, que ha estado reponiendo fuerzas físicas y espirituales, volverán a ser tan frecuentes que echaremos de menos la tranquilidad de este tiempo silencioso.

Como se suele decir, el silencio es el estado donde las personas no meten la pata, aunque alguien también puede interpretarlo de otra manera. “A nadie perjudicó el haber guardado silencio”, decía Catón el Viejo, lo malo es cuando el silencio da paso al vociferante o charlatán.