viernes, 29 de marzo de 2024 00:29
Editorial

​¡C'EST LA VIE!

Manuel Fernando González Iglesias
Manuel Fernando González Iglesias

A Coruña, 1952

Iglesias errejon


Me asombro viendo que la pelea de Podemos es seguida con vehemencia machacante en las televisiones progres, como si fuera "la última batalla" de C. S. Lewis, o sea, la crónica del fin del mundo de Narnia. Mientras, el PP observa las imágenes con "sospechosa calma", sabiendo que de su Congreso sólo hablarán bien los medios que controla la Vicepresidenta Soraya, que son los que tienen la audiencia millonaria, la del prime time. Sobre las redes sociales, nadie opina, porque todos sabemos que, en ellas, los podemitas tienen ventaja porque las saben manejar mejor que nadie, aunque esta vez, pueden salir trasquilados si se lían los dos bandos a mamporros dialécticos.


La saña con la que Monedero, un bolivariano "camisa roja", ha tratado las opiniones del crecido Errejon, acusándole precisamente de comportarse como un chavista ambicioso, llama la atención. Precisamente el papel de Juan Carlos Monedero, en los buenos tiempos de Chaves, era andar metido en apasionados asesoramientos que ahora, en medio de la trifulca precongresual, quisiera poder endosárselos en exclusiva al mejor rival que nunca se ha encontrado Pablo Iglesias dentro de la formación morada.


El mundo camina al revés y si de Vistalegre salen dos Podemos, este país se dará cuenta de que ha perdido el tiempo durante casi dos legislaturas, y que la fotocopia de Syriza, no era tal, ya que España se parece a Grecia, pero no tanto. ¡Qué curioso! que a Rajoy precisamente ahora le hayan montado una llamada de quince minutos con Donald Trump, en un momento en el que pocos quieren tener a este loco como amigo por el rechazo popular que produce en más de medio mundo. ¿Estamos ante otra nueva foto como la de las Azores? se preguntan los socialistas, mientras se frotan las manos.


Si eso es así, al presidente español se le va a caer el poco pelo que le queda en la coronilla, porque mucho me temo que a este presidente norteamericano no lo quieren ni los votantes del partido popular. Da miedo y, sobre todo, preocupa a las grandes fortunas a las que la inestabilidad siempre les ocasiona un repentino dolor en el costado izquierdo, que es, precisamente, donde antes se llevaba el bolsillo de la cartera que no el del corazón, que los muy ricos dicen que no tienen.


Curioso fin de semana con dos congresos antagónicos. Los que se las prometían más felices ahora andan tirándose los trastos a la cabeza, mientras que los que no sabían si iban a seguir en el poder, disfrutan de un sosiego casi insultante. ¡C'est la vie!.....

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