Irlanda perseguirá a los clientes de prostitución
La nueva legislación persigue únicamente a los "explotadores", aunque algunas voces critican que no corta el problema de la trata.
El pago de dinero a cambio de sexo es delito desde este miércoles en Irlanda, un país que aspira a combatir la trata de personas y proteger a mujeres en situación vulnerable con una nueva legislación que persigue únicamente los clientes de prostitución.
La nueva normativa contempla multas de hasta el 500 euros para los clientes denunciados por primera vez, mientras que la pena es de 1.000 euros en el caso de reincidentes. Si la prostituta es víctima de la trata de personas, el castigo se eleva a cinco años de prisión.
Canadá, Suecia, Noruega o Islandia ya cuentan con medidas similares a la adoptada por Irlanda, aunque los cambios no han estado exentos de polémica. Organizaciones y afectados dudan de si la nueva ley protegerá las mujeres o hará de la prostitución una práctica todavía más clandestina.
"Esta ley, por primera vez en nuestra historia, atribuirá la responsabilidad legal a los explotadores en lugar de los explotados", ha celebrado Rachel Habitan, que trabajó durante siete años como prostituta. Esta activista confía que servirá, además, para "educar a las futuras generaciones" sobre la perversión de un práctico tendido.
En el otro lado se sitúan voces como la de Laura Lee, una trabajadora del sexo licenciada en Derecho que prevé más ataques contra prostitutas y hará "diez veces más duro" su día a día. Para Lee, la nueva ley es "una pantalla de humo" que no corta el problema de fondo: la trata.
La campaña Turn Off The Red Light (Apaga la Luz Roja) cifra en centenares las mujeres que han sido víctimas de la trata y asegura que más de una cuarta parte proceden de países como Nigeria, Brasil, Colombia, Rumanía y Bulgaria.
Muchas llegan engañadas. "Les dijeron que iban a trabajar de niñeras y aprender inglés, pero acabaron en un burdel", ha lamentado la responsable de la organización Ruhama, Sarah Benson. Algunas acaban atrapadas en un cúmulo de deudas como contraprestación por las gestiones de viaje o alquiler.
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