jueves, 28 de marzo de 2024 19:49
Sociedad

Ya se han descubierto 3.453 planetas fuera de nuestro Sistema Solar

El primer planeta descubierto fuera del Sistema Solar fue 51 Pegasi b, identificado en 1995 por el equipo del astrónomo suizo Micel Mayor, del Observatorio de Ginebra.

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Planeta 2


El descubrimiento del sistema Trappist-1 revelado este miércoles representa un hito para la ciencia. Pero no es la primera vez que se descubre un planeta fuera de nuestro Sistema Solar.


El descubrimiento del primer exoplanetasucedió en 1995. Lo realizó el equipo del astrofísico suizo Michel Mayor, del Observatorio de Ginebra.


Tras ese descubrimiento pionero, la investigación en esta área dio sus primeros pasos, aunque los siguientes descubrimientos fueron llegando a cuentagotas. Pero los avances metodológicos y tecnológicos permitieron que la identificación de estos nuevos mundos fuese cada vez más frecuente.


Así, hoy en día existe una lista de 3.453 exoplanetas confirmados y 577 sistemas solares identificados. Además, existen nada menos que casi 5.000 nuevos candidatos a la espera de confirmación.


EL LANZAMIENTO DEL KEPLER


Sin duda, uno de los grandes avances en el descubrimiento de los planetas extrasolares fe el lanzamiento del telescopio espacial Kepler por la NASA en 2009. Se trataba de un telescopio específico para este tipo de observaciones y los estudios cambiaron de escala.


El descubrimiento de nuevos mundos se multiplicó de forma exponencial porque se podía detectar un número mucho mayor de planteas pequeños y rocosos como la Tierra y no solo gigantes gaseosos como Júpiter.


De hecho, los primeros descubrimientos fueron precisamente planetas aislados y grandes, los gigantes gaseosos, muchos de ellos localizados en una órbita muy cercana a su estrella –de ahí su nombre de Júpiter caliente--.


Pero pronto se empezaron a hallar planetas más pequeños como la Tierra y después sistemas enteros como Trappist-1.


El primer sistema solar más parecido al nuestro se anunció en agosto de 2010, tras ser identificado desde la Tierra con el telescopio delEuropeanSouthernObservatory(ESO) de La Silla, en Chile.


¿HABRÁ VIDA EN TRAPPIST-1?


Desde luego, el descubrimiento del sistema Trappist-1 abre las puestas hacia una nueva era en la exploración espacial. Además, este sistema tiene todas las papeletas para ser albergador de vida, porque en él se dan las condiciones para que exista agua líquida. Pero hay dudas.


Para empezar, los siete planetas que orbitan esta enana roja están muy cerca de su estrella. De hecho, todos cabrían en la órbita de Mercurio.


Cierto es que Trappist-1 es una enana roja mucho más fría que nuestro Sol, por lo que las temperaturas en los planetas que la rodean no sería muy elevada y sería soportable pata la existencia de agua líquida –entre 0 y 100 grados centígrados--. Pero esta cercanía presenta varios problemas.


Uno de ellos es la fuerza de marea, que hace que los planetas presenten órbitas sincrónicas, esto es, que los planetas siempre tengan una cara orientada a su sol –como para con la Luna respecto a la Tierra--.


Eso se traduce en contrastes térmicos radicales. Mientras que una cara estaría iluminada y cálida, la otra estaría en perpetua penumbra y con temperaturas muy bajas. Esto haría que la única zona habitable fuese esa zona intermedia, que viviría en un constante atardecer.


Pero hay más. Debido a los contrastes térmicos entre ambas caras, los vientos serían terribles y poco favorables para la existencia de vida estable.


La distancia también influye en la cantidad de radiación que reciben los planetas. Aunque Trappist-1 es una estrella tranquila, como todas las estrellas emite radiación ultravioleta. Por eso, los planetas que la orbitan deberían poseer potentes campos magnéticos y atmósferas densas que sirvieran de protección para la formación de vida.


No parece muy probable que podamos mandar ninguna sonda a este sistema para observarlos. Y es que a pesar de la relativa cercanía de Trappits-1 –40 años luz—es una distancia que, con la tecnología actual, es insalvable, como explicamos aquí.


Pero de aquí a una década podríamos determinar si existe vida o no en este nuevo sistema que acabamos de descubrir. Uno de los muchos que vendrán en los próximos años. Y solo acabamos de empezar.

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