La campaña para elegir nuevo o nueva secretario o secretaria general socialista, se ha iniciado de forma oficial, si bien es verdad que ya llevamos varias semanas en ella. Será una campaña intensa debido a la poca distancia en avales conseguidos por dos de los aspirantes, lo que indica un resultado incierto al final.
Sería un error, no obstante, situar estas primarias como un mero trámite para la elección del nuevo líder o lideresa, sino que deben afrontarse como una respuesta a la crisis que la socialdemocracia vive en toda Europa y en la que el PSOE también está inmerso; pensar que con sólo cambiar de líder la situación se soluciona, es un craso error.
La socialdemocracia ha perdido su discurso de antaño, fundamentalmente porque hoy la sociedad no tiene nada que ver con la de los años cincuenta y sesenta del pasado siglo. La globalización, la tecnología, la robotización, problemas ecológicos, etc han transformado profundamente los sustentos sociales, económicos e ideológicos en los que se debe mover un discurso político, amén de la revolución neoliberal a la que la socialdemocracia no ha sabido darle respuesta, cuando no, en muchas veces le ha hecho seguidismo.
Creer que vinos viejos sirven para odres nuevos es no entender nada del mundo actual; se ha perdido el voto de las clases urbanas, de los obreros y de los jóvenes, claves en el progreso y desarrollo de una sociedad. Curiosamente Jeremy Corbyn los ha ido recuperando en las últimas municipales, si bien interesa informar que pierde frente a los conservadores; al tiempo que se esconde que el SPD de Martin Schulz, con el discurso de siempre, va de derrota en derrota.
Esta es la dicotomía a la que se enfrenta el PSOE, o seguir con discursos manidos llenos de tópicos y simplezas, o bien por un cambio en profundidad en las ideas y las estructuras para hacerlo válido para solucionar los problemas de la sociedad actual. Este es el gran reto de los militantes socialistas el próximo día veintiuno.
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