viernes, 19 de abril de 2024 06:43
Opinión

NI RISAS, NI LÁGRIMAS

Miquel Escudero
Miquel Escudero

Lagrimas


Enterarnos de lo que nos pasa es una exigencia del vivir de cada cual. Ortega formuló que el destino concreto del ser humano es reabsorber su circunstancia. Este es un proyecto para sanar con la claridad


Digamos que en psicología se entiende por resiliencia la capacidad que una persona sacudida por una grave desgracia puede desarrollar, para superar sus efectos anímicos. Tarea para la cual se requiere de cada individuo un despliegue adecuado de sus recursos, junto a unas influencias benéficas de su entorno. Una ayuda terapéutica, un cuidar al ser humano ante las graves y distintas secuelas que afecten a su proyecto personal.


Humor

El recuerdo que se persigue así de lo ocurrido no consiste en recrear el sufrimiento vivido ni sus atroces consecuencias, algo que nos llevaría a un círculo vicioso y masoquista, sino en buscar transformarlo: que lo irrevocable pueda ser revertido. En todo ello, el humor juega un papel importante, pues no es lo mismo instalarse en el mal humor que pugnar por vivir con el mejor buen humor posible. La psicóloga francesa Marie Anaut ha escrito Humor, entre la risa y las lágrimas (Gedisa), un libro sobre trauma y resiliencia. El humor, dotado del encargo de protegernos de lo patético y desesperante.


Hablemos de una incapacidad que afecta a la mayor parte de los autistas, aunque no sólo a ellos. Lleva desde 1972 un nombre enrevesado: 'alexitimia'; un neologismo que acuñó el psiquiatra de origen griego Peter Sifneos y cuya etimología supone carecer de palabras para las emociones. Va más allá de la común pobreza léxica, se trata de una radical carencia de imaginación, es un vivir sin palabras y sin símbolos para identificar siquiera los propios sentimientos y manifestarlos. 


Es común citar el siguiente ejemplo jocoso: Un revisor le pide con respeto a un autista si puede ver su billete de tren. El autista responde: "No, no puede usted verlo, está en mi bolsillo". Sí, resulta burdo pero pone a prueba el buen humor y la inteligencia del revisor. ¿Se mostrará el revisor como alguien imaginativo y templado, llegará a prever que no le están tomando el pelo, sino que tiene delante a alguien raro con quien lo mejor sería no enfadarse ni reñirlo y formularle un 'deme su billete, por favor'? 


Siempre resulta preferible la eficacia de una inteligencia holgada, flexible, sosegada. 


Artículo publicado originalmente en CatalunyaPress.

COMENTAR

Sin comentarios

Escribe tu comentario




He leído y acepto la política de privacidad

No está permitido verter comentarios contrarios a la ley o injuriantes. Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.

Más opinión
Opinadores
Pressdigital
redaccion@pressdigital.es
Powered by Bigpress
RESERVADOS TODOS LOS DERECHOS. EDITADO POR ORNA COMUNICACIÓN SL - Publicidad
Aviso-legal - Política de Cookies - Política de Privacidad - Configuración de cookies - Consejo editorial
CLABE