viernes, 29 de marzo de 2024 02:30
Editorial

TRES CAFÉS Y UN HUEVO DURO

Manuel Fernando González Iglesias
Manuel Fernando González Iglesias

A Coruña, 1952

Cafe



Los periodistas de mi generación somos adictos al café por pura necesidad profesional. Genéticamente pueden identificar a los hijos no reconocidos de nuestras aventuras galantes por la cantidad de cafeína que hemos dejado entre dos genes en un cromosoma, que hacen que sí o sí nos identifiquen inmediatamente.


Lo nuestro no tiene remedio y por eso a los consejos de la Organización Mundial de la Salud le tenemos muy poco respeto.


Estos días habrán leído Vds. lo muy saludable que es tomarse tres tazas de café al día según asegura la OMS. ¡Menudo descubrimiento!


Y sin embargo yo, que no soy dudoso de ser un vicioso del café, pongo este consejo en cuarentena, atribuyendo la frenética difusión de la noticia a los macabros intereses de los monopolistas de este negocio multimillonario, a saber:


-La Kraft Suchard


-La Procter&Gamble


-La Nestlé


-La Sara Lee


-La Tchibo


Estos son los que compran casi la mitad de los granos de café que se consumen en el mundo y que, por ello, tienen la inmensa capacidad para establecer los precios, mientras obtienen beneficios de millones de dólares cada año. Consumir más café les hace de oro.


Que no nos engañen. El precio del café se decide en la Bolsa de New York y no en donde se cultiva o empaqueta, lo cual hace que miles de agricultores de los países más pobres del mundo se arruinen cada año con las cosechas que cultivan porque los corredores del parquet nunca han puesto los pies en un cafetal y por lo tanto deciden los precios en base a los intereses de sus representados.


La Fairtrade International, que es la que anda detrás de lo que se llama el comercio justo, no funciona así, porque trata que el beneficio de la venta del café llegue al campesino pobre y no a los especuladores internacionales o a las grandes multinacionales de la distribución.


Por eso, si la idea de tomarse tres tazas de café al día bendecida por la OMS se acompañara del dato de que ese mismo café lleva añadida la etiqueta del comercio justo, aunque la taza nos saliera algo mas cara, yo me apuntaría el primero a la muy difundida iniciativa.


Pero como mucho me temo que el origen de la idea no es tan honorable, me agarraré a lo que me recomienda mi médica de cabecera:


Escuche, Don Manuel, Vd. es hipertenso y no debe tomarse más que una taza de café descafeinado al día, porque si se mete por la mañana un par de cafés en el cuerpo, la tensión se le disparará a 14/7; y se le añade la tercera taza del mediodía, le tendré que subir la dosis de Losartan y Amlodipino a tres tomas diarias. Así que ¡Vd. mismo!


Ante semejante disyuntiva, Vds. comprenderán que a lo del consejo de la OMS le tendré que recomendar a Vds. aquello que ya sentenció Marx (Don Groucho):


¡Tres tazas de café... y un huevo duro!


...deseando que al hacerlo se jodan las multinacionales de la familia de las rubiáceas.

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