viernes, 29 de marzo de 2024 01:34
Editorial

EL MAQUIAVELO DE BARCELONA

Manuel Fernando González Iglesias
Manuel Fernando González Iglesias

A Coruña, 1952

Jaume Roures

Jaume Roures


Pasó la manifestación, se quedaron a gusto los que abuchearon al monarca más preparado que ha tenido este país y, de paso, al gobierno de Rajoy, que se hizo "el sueco" y aguantó el envite y al final todo acabó bien porque los que defendemos la Constitución miramos para otro lado y dijimos con hechos que el yihadismo es nuestro único enemigo. Luego se subió al carro de la "frase" el President Puigdemont y se quedó tan ancho, mientras la Alcaldesa Colau disfrutaba de su día de gloria.


Y mientras todo eso sucedía, Roures prestaba su casa para que Esquerra, Comuns y Podemos asalten el poder en Catalunya y manejen "la que fue finca de los Pujol durante lustros" a su aire cuando "ganen" las próximas elecciones. Me imagino yo que nuestros Servicios de Inteligencia, que no han "andado finos" en los dos últimos atentados, tendrán en observación a este sombrío sujeto que tiene negocios con Qatar, ese país que patrocinó al Barça durante un quinquenio pese a que a muchos no nos gustaba -y así lo explicamos- y que se ha declarado enemigo acérrimo del estado español en un vídeo de amplia difusión en los ámbitos independentistas.


Por cierto, no recuerdo haber visto ninguna súper producción de este ex comunista sobre la discriminación de la mujer en el Islam o la influencia de obediencia ciega y fanática a ese Islam que predican Arabia Saudí o el Sultanato, que es dueño del dinero del fútbol y que lava el cerebro sobre esos jóvenes que solo se sienten musulmanes y no franceses, españoles, ingleses o... catalanes. A lo mejor, entendiendo esa parte del relato encontramos todos una explicación a lo que está pasando en nuestra sociedad occidental con los autodenominados "soldados de Alá".


Como ciudadano me preocupan tipos como Jaume Roures, que desde la sombra del poder propicia pactos políticos increíbles mientras que en la sala contigua negocia con los islamistas que financian compras imposibles de jugadores de fútbol para hundir al club del que se beneficiaba, pero que también y sobre todo, dedican la mayor parte de su tiempo a poner un bozal a las sociedades democráticas mediante el terror y el asesinato, porque a los suyos ya los tienen suficientemente controlados y adoctrinados en las mezquitas, en la televisión o en las redes sociales.


Sería gracioso que al final de esta triste historia entre independentistas y constitucionalistas, que los que promovieron el desafecto contra el Estado, fueran los únicos que acabaran en los Tribunales y fuera de la política real, mientras tipos como Roures disfrutan, una vez más, de los beneficios que otorga el paraguas del poder gracias a sus nuevos amigos políticos. ¿Tendría gracia la cosa, no Señor President y ex presidents de la Generalitat?


Bueno, se acabó el duelo ya. ¡Ha llegado el momento! Que cada cual, pues, escoja su papel en este drama y que, como diría mi abuela católica: ¡Qué Dios nos coja confesados!


Artículo publicado originalmente en CatalunyaPress.

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