martes, 19 de marzo de 2024 03:29
Opinión

PUIGDEMONT, EL TRAMPERO DE CATALUÑA

Carmen P. Flores
Carmen P. Flores
Directora de Pressdigital

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Carles Puigdemont Parlament

Carles Puigdemont durante el pleno del Parlament de este martes.


Lo vivido este martes en el Parlament de Catalunya puede catalogarse como una obra teatral de Valle Inclán o una cacería con trampas incluidas. Y ya se sabe, las trampas, en muchas ocasiones, pueden pillar a quien las pone.


La decisión de Puigdemont & Junqueras de no declarar, pero sí firmar, posteriormente, la declaración de independencia para extender la mano del diálogo -¿de besugos?- al gobierno de Mariano Rajoy porque se lo ha pedido la comunidad internacional -¿quiénes?-, ¿es una decisión valiente? No, es una acción que va a producir una reacción, como es de esperar, del ejecutivo español. No se puede hablar de diálogo y a la vez firmar una declaración de independencia. ¿A quién pretende engañar? ¿A la CUP? ¿A los intermediarios extranjeros? ¿A los ciudadanos? ¿A los empresarios? Es una auténtica barbaridad porque no se lo va a creer nadie, ni siquiera esa parte de la ciudadanía que les ha seguido obedientemente hasta ahora. "No se puede estar en misa y repicando", Puigdemont & Junqueras.


La comparecencia del todavía presidente de la Generalitat de Cataluña en el Parlament para explicar la situación política en Cataluña -ese era, en principio, el único punto de la orden del día-, se convirtió, ante casi un millar de periodistas venidos de medio mundo, en una pantomima realmente penosa: alegato a lo ocurrido en el referéndum ilegal, los abusos de las fuerzas de seguridad del estado, los heridos, los desagravios, el número de votantes -¿trampas incluidas?- y la afirmación rotunda de que esos dos millones y pico de votantes le daban la "legitimidad" para declarar la independencia que les llevaría a la prometida 'República Catalana' porque las leyes que se aprobaron ilegalmente el 6 y 7 de septiembre les da la legitimidad: ni Constitución, ni Estatut.


En el palco de invitados, vigilando -¿pactado también?- se encontraban los J&J - no los conocidos jamones- de la ANC y Òmnium que bendecían públicamente la decisión de Puigdemont & Junqueras pero que habían tirado por tierra las ilusiones y esperanzas de miles de fieles seguidores. Los J&J, en su comparecencia ante los medios de comunicación como dos estrellas de Hollywood, explicaron que esta decisión se había tomado ante el llamamiento internacional de diálogo. Hay que intentarlo, decían, pero se olvidaron de contar que, minutos más tarde se firmaría el documento para declarar la independencia si el gobierno de Rajoy no negocia. ¿Las condiciones de la salida de Cataluña de España? ¿Esa es la negociación? ¿Hay que saltarse la legalidad? Mientras, la CUP, que se ha sentido traicionada, declaraba -después de firmar también el documento- que si dentro de un mes no se había producido la tan cacareada declaración de independencia, ellos abandonaban el Parlament para volver a la calle, su sitio natural y que tan bien conocen.


Los grupos parlamentarios no independentistas se quedaron de pasta de boniato y saben perfectamente que la decisión de Puigdemont & Junqueras es solo una pose y que la intención es declarar la independencia, pese a todo lo sucedido.


Ahora solo cabe esperar de este sí pero no o no pero sí, una reacción del Gobierno que no va a gustar a nadie. En toda esta comedia, los perjudicados, como siempre, la ciudadanía, que ni pincha ni corta, solo se la utiliza.


Como dice un refrán: "Dios nos coja a todos confesados".

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