viernes, 19 de abril de 2024 19:00
Editorial

EL CLAN DE 'LOS GORDOS'

Manuel Fernando González Iglesias
Manuel Fernando González Iglesias

A Coruña, 1952

Carcel de Soto del Real


Cuentan que el clan de ‘Los Gordos’ está amargándole la vida a Jordi Sànchez en la cárcel de Soto del Real. En prisión, los delincuentes -y éstos los son en grado superlativo- siempre escogen a sus víctimas entre los más débiles o, como es el caso, entre los que consideran que pueden darles cierta aureola de matones entre la comunidad carcelaria.


A Sànchez le ha tocado la lotería y el cuponazo al mismo tiempo con estos sujetos, que se pasan el día amenizándole la estancia con un hilo musical que incluye entre sus piezas preferidas el himno español o el de la Legión, cuando la jornada se muestra esquiva al buen humor y entra dentro de la llanura del desánimo.


A los funcionarios parece ser que las quejas del líder de la ANC se las traen al pairo, porque saben que lo suyo es cobrar el sueldo a final de mes sin meterse en líos que les quiten el sueño o problemas que les compliquen la existencia. Como comprenderán, la vida no es fácil para quien espera salir pronto de este calvario y que, día sí, día también, espera que los buenos catalanes le saquen del apuro en el que está metido.


Y sin embargo el jueves, que es el día en que en los restaurantes te ofrecen paella, no parece que sea la jornada perfecta en la que las cosas cambien para estos políticos presos acusados de rebelión, secesión y no sé cuántas cosas más. Ese día el Supremo ha citado a los miembros de la mesa del Parlament y nada nos hace suponer, ahora mismo, que la vista sirva para poner en libertad bajo fianza a los dos Jordis o a Junqueras y el Govern.


Los más optimistas piensan que a la presidenta del Parlament el Alto Tribunal la meterá entre rejas, y que al resto de la mesa, si declaran -o sea, siguen la estela del ex conseller Santi Vila- podrán salir con medidas cautelares y una importante fianza a cuestas. El caso Nuet será distinto, aunque no del todo.


Con ese panorama encima de la mesa, los Jordis continuarán aguantando a 'Los Gordos', y Junqueras y sus compañeras y compañeros hinchándose de leer libros en Estremera y Alcalá Meco, mientras miran en la televisión cómo los suyos son incapaces de hacer una lista única que les alegre la espera.


Y es que en esta desdichada historia la pasión puede a la razón, y esa verdad se ha apoderado desgraciadamente de la Catalunya que se declara indignada y separatista, y también de la España que se abraza a la legalidad y a la judicatura como si fuera el ser o no ser de su vida.


De la Justicia flamenca poco se sabe, solo que ha dado un primer paso, el más fácil, o sea, el que le ha permitido mostrarse ante el mundo como la dama ciega más progresista de Europa.


El viernes, cuando recupere su acento francés, acabará pasándose ‘la bola’ de sala en sala, hasta que finalmente se produzca la extradición de todos los que "huyeron" a la capital de Europa en busca de prestigio para el próces y solidaridad europea para su lucha, causas perdidas que, a medida que pasa el tiempo, irán desdibujándose en el horizonte político.


El País ha escrito el otro día que los servicios de intoxicación política rusos tienen mucho que ver en los miles de mensajes que circulan en la red con el único propósito de desestabilizar Europa en su flanco sur, es decir, en España, descolocando a la todavía joven Democracia española, apoyando la secesión catalana de forma intensa y premeditada, como ya había hecho en la campaña electoral norteamericana con enorme éxito.


En el rotativo de Cebrián -al que todavía los socios capitalistas del periódico no han conseguido quitárselo de encima para desgracia de los soberanistas catalanes- Juan Luis aprovecha su status para convertirse en defensor cum laude de la Constitución o, si lo prefieren, en adalid de la Transición -en la que jugó ya un papel determinante, con su jefe Polanco- y que ahora defiende redoblando mandobles contra Puigdemont y sus afines.


Y mientras todo esto sucede, los catalanes de a pie, buenos o malos según el Código Junqueras, nos peleamos ya en las calles, en el trabajo y hasta en la casa familiar defendiendo a los líderes de dos bandos que desde el primer momento sabían el lío en el que nos estaban metiendo. Dios les perdone, porque a algunos nos cuesta trabajo el poder hacerlo porque el daño a nuestra convivencia es ya irreparable


Por lo que estoy viendo aquí los únicos que se lo están pasando de miedo son los del clan de 'Los Gordos', unos tipos de cuidad a los que la Dirección General de Prisiones podría trasladar, por ejemplo al Penal del Puerto de Santamaría, un lugar más apropiado para que disfruten plenamente su exquisito repertorio musical y de paso dejen de incordiar. ¿No les parece?



Artículo publicado previamente en Catalunyapress.es

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