Manuel Lourenzo, voz y alma del teatro gallego, se despide a los 82 años
El mundo cultural gallego llora la pérdida de Manuel Lourenzo, dramaturgo y actor de profundo compromiso, cuyo trabajo y pasión dejaron huella imborrable. Su partida en A Coruña deja un vacío difícil de llenar.
Un adiós que conmueve al teatro gallego
Este domingo, en A Coruña, ha fallecido Manuel Lourenzo, una figura que no solo creó teatro, sino que vivió y respiró cada palabra sobre el escenario. Nacido en Ferreira do Valadouro en 1943, Lourenzo no solo fue un referente profesional sino una presencia humana esencial para la cultura gallega.
Reconocimientos cargados de emoción
La Academia Galega do Audiovisual ha compartido en la red social X un mensaje cargado de respeto y cariño: “Sentimos profundamente el fallecimiento de Manuel Lourenzo, pilar y referente de la cultura gallega contemporánea, que recibió el premio de honor de la Academia en 2021. Transmitimos nuestras más sentidas condolencias a sus familiares, amigos y compañeros.”
La Diputación de Lugo también ha enviado palabras de consuelo a quienes más le quisieron, mientras que la alcaldesa de Santiago, Goretti Sanmartín, ha reconocido con pesar que se trata de “una gran pérdida para el teatro y la cultura gallega”.
Una vida dedicada a las tablas y al alma de Galicia
Manuel Lourenzo fue mucho más que un creador: fue un impulsor incansable del teatro como espacio para contar historias profundas y compartir emociones. La Asociación de Actores e Actrices de Galicia remarca su legado no solo como dramaturgo, director e intérprete, sino como alma viva que defendió con pasión la cultura de su tierra.
Huellas imborrables en cine y televisión
Su arte traspasó el escenario y llegó a la pantalla. Participó en la película Entre Bateas (2001) y protagonizó series emblemáticas como Mareas vivas (1998) y Fariña (2018), donde interpretó con intensidad al narcotraficante Vicente Otero Pérez, ‘Terito’, dejando una marca indeleble en cada papel.
Manuel Lourenzo se despide, pero su voz y espíritu permanecerán vivos en cada rincón del teatro gallego, en cada aplauso y en cada corazón que su arte tocó. La cultura pierde a un gigante, pero gana un eterno referente.

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