El presidente de la Generalitat de Catalunya, Pere Aragonès, fue a Madrid para intervenir en el Senado, se fue sin escuchar las réplicas - la excusa era su agenda apretada-, mantuvo un breve saludo, en privado y sin fotógrafos con el presidente de la de la Cámara que se considera de representación territorial. No quiso que salieran imágenes estrechando la mano de Pedro Rollán del PP. Tampoco atendió a los medios de comunicación. Debía pensar que con su discurso tenían materia suficiente.
Su presencia en la Comisión General de las Comunidades Autónomas del Senado tenía varios objetivos: recuperar protagonismo ante un Puigdemont que mediáticamente está copando los titulares como personaje imprescindible en las negociaciones para la investidura de Pedro Sánchez y que le está exigiendo más de lo previsto, al menos aparentemente. Por ello, el presidente de la Generalitat creía necesario ir a Madrid, al Senado, para explicar públicamente cuáles son sus condiciones para dar los votos de ERC al candidato socialista. También para demostrar que no le cuesta ir al Senado - ¿restablecer las relaciones?- aunque haya sido selectivo en algunos de sus gestos y comportamiento. Es una puesta en escena.
La intervención de Aragonés, toda en catalán para contentar a la parroquia, fue seguida sin los pinganillos de la traducción por la gran mayoría de senadores y presidentes autonómicos. Lo que significa que debían entender lo que decía, o no querian entenderlo. Puede ser una de las dos cosas. El contenido de su intervención era el esperado: amnistía a todos los condenados y encausados del procés, los temas económicos, señalando el déficit fiscal que tiene Catalunya. Pero el punto que casi ha pasado desapercibido es la petición de un referéndum “que se haría de forma acordada para que la ciudadanía decida entre todas las opciones posibles“. ¿Se puede interpretar como una renuncia implícita a la vía unilateral? Nunca se sabe. Lo que sí quieren los republicanos es que se active la mesa de dialogon como instrumento para seguir negociando y que se lleve a cabo todo lo que en ella se apruebe. Esto es resumiendo lo explicado por el presidente catalán. Algunos sacan otras conclusiones, como que Aragonés está estirando tanto la cuerda con sus peticiones que se puede romper. Si eso sucede no es por falta de ganas de llegar a un acuerdo, sino porque el huido en Bruselas quiere seguir siendo el que marque las negociaciones.
La no presencia de una representación del Gobierno de Pedro Sánchez , y la ausencia de algunos presidentes autonómicos socialistas para, según dicen, no seguirles el juego a los del PP, no es una buena señal. A las instituciones hay que respetarlas, para eso están y se deben a ellas. Los malos ejemplos de los que gobiernan y los políticos en general no es bien acogido por la gente: si ellos se saltan las leyes y las instituciones, ¿los demás pueden hacer lo mismo? Suelen decir.
La directriz marcada desde Moncloa y Ferraz de que senadores, diputados y demás no hablen con los periodistas se ha cumplido a rajatabla, nadie ha querido hacer declaraciones, estaban mudos, o tenían ganas de ir al lavabo. Situaciones que evidentemente no gustan a los periodistas que suelen ser utilizados cuando filtran las informaciones que a ellos les interesan.
Mientras los populares que fueron los que decidieron convocar la Comisión a través del presidente del Senado, tuvieron en sus presidentes autonómicos la baza de enseñarles a los socialistas lo que tienen delante, lo que les espera con esas comunidades autónomas y les mostraron que ellos tienen la mayoría en el Senado, lo que significa que los van a tener en frente y que muchas de las leyes se las pueden devolver al Congreso sin ser aprobadas
Con todo lo que está sucediendo,¿seguirá adelante Pedro Sánchez con sus negociaciones de pactos? O quizás, al final como esperan muchos, se decidirá por convocar elecciones.
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