martes, 30 de abril de 2024 05:17
Opinión

La caza sin piedad al periodista Miguel Angel Oliver

Carmen P. Flores
Carmen P. Flores
Directora de Pressdigital

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Oliver

En la profesión como en la vida misma, “el que esté libre de pecado que tire la primera piedra”, dijo Jesús.  Santos, lo que se dice santos hay bien pocos en este mundo. Pecadores muchos porque es cosa de la condición humana.


Estos días, la profesión periodística está revolucionada por el nombramiento de Miguel Angel Oliver como presidente de la agencia EFE. Muchos colegas, también políticos – se olvidan estos últimos de lo que hacen ellos cuando gobiernan- están que trinan y se manifiestan en contra del nombramiento, porque había sido Secretario de Estado de Comunicación del 2018 al 2021 que fue cuando cesó.  El nombramiento de Oliver lo califican como el enchufado de Pedro Sánchez para que controle la agencia pública. ¿Pero es el nuevo presidente de la agencia estatal un comisario político del presidente del gobierno?

 

El periodista Miguel Angel Oliver es un profesional como la copa de un pino. Trabajó durante años en la cadena SER, donde desarrolló su trabajo en distintos programas. Dejó la cadena de la Gran Vía madrileña para incorporarse a la TV, concretamente a Cuatro, formando parte de los informativos. Después se marchó cuando fue llamado por Iván Redondo para llevar la comunicación del Gobierno. Con la marcha de Redondo, Oliver dejó su cargo y se reincorporó a Mediaset donde había pedido una excedencia. Su marcha, así como su incorporación a su casa profesional, fue con total discreción, como siempre ha sido su trayectoria profesional.


En su etapa en Moncloa, realizó muy buen trabajo- habrá quien opine lo contrario-, es lógico. Siempre ha tenido en cuenta a los medios de comunicación “pequeños” a los que dio cabida en todo el episodio de la pandemia de la Covid. Las ruedas de prensa del gobierno se hacían telemáticamente y los “medios pequeños periféricos” disponían de espacio para preguntar.  En su día a día tenía tiempo para atenderlos, no había ningún problema para hablar con él. Si se le llamaba y no respondía en el momento devolvía la llamada. Es más, mantenía reuniones periódicas para conocer sus necesidades y la posibilidad de poder solucionar las cuestiones pendientes de la mejor manera posible. Siempre se había comportado como un profesional, no como un comisario político, aunque es evidente que su trabajo le llevaba a defender al gobierno. No obstante, nunca olvidó que era un periodista, algo que muchos olvidan. 

 

Cuando Oliver dejó la secretaria de Estado de Comunicación, su sustituto fué un político, Francesc Vallés, que no tenía ni idea -y sigue sin tenerla- de su trabajo. Es un político, no un periodista, que ejerce de comisario político de la información gubernamental, alguien que desprecia a la profesión y que solo “protege” al grupo de periodistas amigos. Del resto de compañeros- medios de comunicación-, pasa. No sabe que es una institución, que debe aplicar la trasparencia y la igualdad con todos, cosa que es evidente que no tiene en cuenta.


¿Qué ha hecho Vallés en estos años que lleva en el cargo? Anular las preguntas de los medios “pequeños”, no recibirlos nunca, y por supuesto pasar de ellos, sin darse cuenta de que todos juntos suman muchos lectores, que además tienen el derecho a que se les respete. ¿Pero sabe Vallés lo que eso significa? No, porque la chulería, el desprecio y la falta de profesionalidad son algunas de las cualidades que le adornan. Quizás por eso, Pedro Sánchez lo sigue manteniendo al frente de la “incomunicación” gubernamental. Se olvida que las minorías son muy importantes y si no que se lo digan a su jefe que, gracias a las minorías de ERC, Junts y el voto de Coalición Canarias, entre otros, está gobernando, de momento. Así que un poco de humildad y profesionalidad no le vendría nada mal a Vallés. Él, que no ha aprendido del batacazo que se llevó cuando fue candidato a la alcaldía de Reus, su ciudad, en las elecciones municipales del 2014, donde el PSC sufrió la mayor derrota de su historia en una ciudad donde ya había gobernado. Lo que declaró Vallés tras su estrepitoso fracaso fue “no hemos sabido conectar con la gente” es evidente que fue así y sigue si saber conectar, ahora, con los periodistas.

 

Francesc Vallés, que muy empático no es, ha ido recortando tanto las intervenciones de los periodistas en las ruedas de prensa posteriores al Consejo de Ministros que hasta periodistas de medios “amigos” han denunciado la situación públicamente. Lo mismo ocurre con los viajes del presidente al extranjero, donde también ha limitado la presencia de periodistas, de los medios que son críticos con el gobierno. Toda una estrategia de comunicación que lo único que hace es cargarse la libertad de los medios a informar libremente, sin presiones. Una actitud que se contradice con las declaraciones de Pedro Sánchez que habla de libertades y trasparencia, cosa que es la teoría cuya la práctica es otra bien distinta.


El plan de acción contra los medios es la apuesta de Oscar López el jefe de gabinete del presidente, personaje que en su día fue secretario de organización del PSOE, el peor de la historia del partido.
No conozco ni personal, ni telefónicamente a Miguel Angel Oliver, ni por supuesto le debo nada, pero me parece desproporcionado e injustificado que se le hayan echado encima “compañeros” de profesión. Es una caza vergonzosa, cuando hay “colegas”- no todos- que forman parte de la cuota de partidos en tertulias televisivas y radiofónicas. No son periodistas, sino predicadores que los han puesto ahí para hacer proselitismo político, y no sucede nada. Hay periodistas que se han dedicado a la política y que han vuelto a su profesión después y tampoco ocurre nada como es el caso de Pablo Montesinos diputado del PP, quien cuando se cargaron a Pablo Casado tuvo la honradez de dimitir de su cargo de diputado y volver a la profesión donde sigue ejerciendo, cosa que me parece muy bien.


Los periodistas que han trabajado y siguen trabajando en los partidos políticos no necesariamente tienen que ser vetados para volver a los medios en los que trabajaban anteriormente, tienen derecho a ejercer su profesión como cualquier otro profesional. Parecía que la caza de brujas era cosa de tiempos del pasado, pero no, se sigue ejerciendo con total falta de ética. 


Le deseo toda la suerte del mundo a Miguel Angel Oliver, un profesional que sabe ejercer la profesión y aunque no lo va a tener fácil, seguro que su trabajo, como siempre lo va a realizar con una gran profesionalidad.

 

 

 

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