sábado, 12 de julio de 2025 19:03
Opinión

Netanyahu pide el Nobel de la Paz para Trump. ¡No es una broma!

Carmen P. Flores
Carmen P. Flores
Directora de Pressdigital

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Esta etapa de la historia que nos está tocando vivir puede definirse como tiempos raros, difíciles, surrealistas, incluso crueles: Trump, la guerra de Ucrania, el genocidio en Gaza, la ultraderecha que cabalga sin control poniendo sus garras sobre los migrantes, la parte más débil. Por todo esto, más de uno cierra los ojos para creer que lo que está ocurriendo es un mal sueño producto del calor sofocante. Cuando los abre, vuelve a la realidad de la gran pesadilla. Es una locura de quienes, por el poder, el dinero o por ambas cosas, llevan a cabo acciones crueles, inhumanas: crímenes contra la humanidad. ¿Serán juzgados por ellos? Tengo dudas de que eso ocurra. Y si lo hacen, tardarán años en hacerlo. Los malvados, en demasiadas ocasiones, salen victoriosos, incluso premiados.

Hace pocas fechas, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, acudía a la Casa Blanca para cenar con su amigo, protector y cómplice de lo que está sucediendo en Gaza, Donald, para hablar del ataque contra el complejo nuclear iraní, que, según los protagonistas, fue calificado de “éxito total”.

No se conoce si al principio o durante el brindis por “el éxito”, Netanyahu entregó una carta de nominación al Nobel de la Paz que había enviado al comité del Nobel. Entre los méritos que mencionaba la carta para que se lo concedan está “forjando la paz mientras hablamos, un país y una región tras otra”. Trump puso cara de satisfacción, o mejor dicho, de estúpido —que es la que tiene siempre—. La propuesta, asombrosa para el mundo, tiene sentido e interés para el primer ministro israelí: reforzar su relación con Trump (darle jabón), conocedor del deseo del presidente norteamericano de obtener el Premio Nobel de la Paz. Un premio que lo catapultaría al Olimpo de los grandes pacificadores del “universo”.

Que Netanyahu haga esa propuesta, por sorprendente que sea, va muy bien con su manera de actuar, como está demostrando en su cruzada asesina contra el pueblo palestino, al que cada día matan sus soldados, por orden suya, a niños, mujeres y hombres. Esto está ocurriendo ahora, cuando las personas intentan acceder a la ayuda humanitaria: comida escasa por la que tienen que pelear para hacerse con ella, aun a costa de sus vidas.

Según explicaba la ONU, desde mayo hasta hace pocos días, 800 personas habían muerto por disparos de los israelíes en intentos de conseguir comida. Unas acciones que dejan al descubierto, una vez más, las intenciones de aniquilar al pueblo palestino, por las balas, pero también de hambre. Decía el presidente Kennedy: “El hombre tiene que establecer un final para la guerra. Si no, esta establecerá un fin para la humanidad”.

Lo que no se ha dicho de esa cena, abundante en el majestuoso salón Azul, es si el presidente Trump le ha pedido que pare de matar a palestinos, de ocupar sus tierras y que, como hace años se aprobó, reconozca un Estado palestino con todos sus derechos. ¿Se lo habrá dicho? ¿O sigue con la idea de que esa parte de Gaza se destine a un complejo de lujo, donde sus empresas fueran las promotoras?

Tengo dudas de que a Trump le concedan el Premio Nobel de la Paz, pero casi nada es imposible. Y con los tiempos que corren, donde el dinero y el poder, como siempre, son los que dirigen el mundo, todo puede ser posible. Como decía el escritor Thomas Mann: “La guerra es la salida cobarde a los problemas de la paz”.

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