El 'castigo' laboral en las personas con cáncer: tienen un 34% más de riesgo de perder el trabajo

El 4 de febrero marca el Día Mundial contra el Cáncer, una jornada dedicada a concienciar sobre esta enfermedad devastadora que afecta a millones de personas en todo el mundo. Esta iniciativa global busca no solo sensibilizar a la población acerca de la prevención y el diagnóstico temprano, sino también destacar la importancia de la investigación, el tratamiento y el apoyo a quienes luchan contra el cáncer.

Esta enfermedad, más allá de la parte de salud, también toca muchas otras aristas en la vida de una persona, como por ejemplo el aspecto laboral. En la Asociación Española Contra el Cáncer, calculan que el riesgo a acabar en paro aumenta un 34% en los supervivientes de cáncer. 

En Catalunya, 17.460 personas diagnosticadas de cáncer el 2023 se encuentra en edad laboral y en España 110.000 pacientes, según datos del Observatorio del Cáncer. De hecho, un 28,4% de las personas con cáncer afirman haber perdido o dejado el trabajo después de la enfermedad. Además, la reducción del 25% de la nómina en las incapacidades temporales, unido en el largo periodo de las mismas a causa de la enfermedad, hace que muchos pacientes puedan encontrarse en una situación económicamente vulnerable. 

El cáncer provoca un coste económico al 41% de las familias superior a 10.000 € durante la enfermedad. Esto puede provocar que muchas familias se sitúan en una situación de riesgo de exclusión social.

Para tratar estos y otros temas, CatalunyaPress ha hablado con Orlando Salazar, coordinador de Bienestar Social de la Asociación Española contra el Cáncer.

• Este 4 de febrero es el Día Mundial contra el Cáncer. ¿Por qué es tan importante tener presente esta fecha?

Es importante porque como hay un porcentaje muy alto de personas que padecen cáncer, y uno de los principales problemas a los que se enfrentan es la reincorporación laboral y todas las situaciones que se generan, tanto en las propias empresas como en las personas. 

Las problemáticas más comunes suelen ser los efectos secundarios y las limitaciones físicas, como la fatiga, la debilidad, las náuseas, la pérdida de peso, la limitación de movilidad, que dificulta el desempeño laboral de la persona. A nivel más psicológico, nos encontramos con posibles trastornos derivados del proceso, que pueden ser ansiedad, depresión, estrés post-traumático, el posible miedo a las recaídas... 

Otro de los problemas suele ser la fatiga persistente, que afeecta a la energía, la concentración y dificulta el rendimiento de trabajo. 

• El problema no es solo la enfermedad como tal, sino también  las secuelas físicas y mentales que deja.

Exacto, y también los temas más sociales, como el estigma que tienen cuando se tienen que reincorporar al trabajo. Pueden sufrir reacciones negativas o discriminación por parte de los compañeros y directores, lo que puede afectar al autoestima de la persona, al final. 

• El estudio que habéis lanzado explica que las personas con cáncer tienen un 34% más de riesgo de perder el trabajo que la población general. ¿Una persona que ha sufrido esta enfermedad no debería encontrarse con un contexto de más apoyo?

Sí, es precisamente lo que intenta la Asociación: acompañar, concienciar y visibilizar estas situaciones colaborando con las instituciones y las empresas. Sin embargo, aún queda un camino muy largo por delante, y a día de hoy no hay unas ayudas públicas para minorizar el impacto del cáncer como tal. 

• A pesar de todos los avances en la investigación de este campo, la mortalidad del cáncer sigue siendo muy elevada. ¿Tenéis la sensación de que en algún momento cercano se podrá revertir esta situación o aún queda lejos?

El objetivo es que en 2030 podamos llegar al 70% de supervivencia. No sabemos si lo conseguiremos, pero sí que sabemos que estamos en el buen camino. Actualmente, la tasa de supervivencia en los hombres es de 55,3%, y en las mujeres un 61,7%. 

Esto deriva en otro tipo de consecuencias, como sería la reincorporación laboral, ya que las empresas se tendrán que intentar adaptar para facilitar la situación a otras personas. 

• Desde 2014 habéis destinado 114 millones de euros en ayudas a investigación en desarrollo. ¿Qué se ha conseguido con ello?

Desde la asociación tenemos 603 ayudas con un desarrollo y una aportación de más de 114 millones de euros en España. Para la vía social, se destinan unos 500.000 euros al año, y aquí se incluiría las ayudas económicas para paliar el impacto, el servicio a terceros para servicios de atención a domicilio, ayudas odontológicas por secuelas del tratamiento, ya que los dientes se ven muy afectados, junto con la audición y la vista. Nosotros facilitamos o colaboramos para  que puedan tener estas ayudas de una manera gratuita si la persona no tiene ingresos, les ayudamos con alimentación, medicación, transporte, alojamiento a personas desplazadas, etc. 

• ¿Cómo afectó la pandemia por el Covid-19, tanto en la investigación como en el tratamiento de las personas que podían tener un tumor?

Hubo un retraso importante en muchos diagnósticos precoces, en tratamientos y también en la atención a la salud mental. Esto se ha visto traducido en un mayor impacto en personas diagnosticadas. 

• Con la Marató de 2018 se consiguió recaudar 5,7 millones de euros. ¿Siguen siendo necesarias a día de hoy iniciativas privadas de este tipo o los gobiernos invierten suficiente como para que haya suficiente investigación?
   

Desde mi punto de vista más social, siempre está de más invertir en el desarrollo y la innovación en el cáncer, pero también se debe tener en cuenta todo aquello que repara o mejora la situación de salud de la persona. Después de la enfermedad, hay unas condiciones de vida que debes tener cubiertas, porque sino lo más probable es que recaigas en la enfermedad u otras enfermedades aparezcan. Es posible superar un cáncer a nivel clínico, pero a nivel social puede tener unas necesidades que no están cubiertas. Lo cual, puede repercutir en mantener el estado de salud de la persona.