Vendió su canal por una cantidad que no ha desvelado alegando un contrato de confidencialidad.
Queda probado que recibió un segundo insulto y la sentencia le exime de pagar una indemnización al denunciante, que ya se lucró con la mofa.
El repartidor que abofeteó al personaje alega que pensaba que le querían robar los paquetes y los tendría que pagar de su bolsillo.