En ningún caso se permite depositar la urna con las cenizas dentro directamente al mar, lo que se considera un daño medioambiental.
La Santa Sede tampoco permite esparcirlas por el aire o en el mar y reafirma su preferencia por la sepultura de los difuntos.
Un coleccionista anónimo se hace con los restos del célebre escritor, vendidas por la casa Julien's Auctions de Los Ángeles.