Tengo por vecinos a unas familias empobrecidas, y con niños desnutridos. Los papás, cada madrugada marchan disciplinados a trabajar a las cañeras y bananeras a cambio de jornales que no superan el equivalente a 5 dólares día.
En uno de mis últimos tránsitos inevitables por la polifacética ciudad de Guatemala, irrumpí en la presentación de un libro titulado, Una nación llamada Guatemala.