jueves, 28 de marzo de 2024 20:04
Opinión

SUECIA, UN NORTE COMO EL SUR

Luis Moreno
Luis Moreno

Profesor de investigación del CSIC en el Instituto de Políticas y Bienes Públicos

BANDERA SUECA


Tras las elecciones y la mayor fragmentación del parlamento unicameral sueco (Riksdag), podría pensarse que el país escandinavo se está italianizando por el creciente número de formaciones políticas. O sea, un norte como el sur. Sin embargo, no es del todo correcta tal interpretación si se tiene en cuenta que Italia, tradicionalmente disperso en múltiples grupos y grupúsculos partidarios, es ahora el que menor número de partidos tiene con una significativa representación parlamentaria. Sólo los países postcomunistas del centro europeo han experimentado en las últimas elecciones la obtención de mayorías absolutas por parte de un solo partido, como son los de Viktor Orbán en Hungría (Fidesz-Unión Cívica Húngara, con casi un 50% del voto popular y dos tercios en la Dieta unicameral de Budapest), o de Beata Szydlo y Mateusz Morawiecki en Polonia (Prado i Sprawiedliwość-Ley y Justicia, con mayoría absolutas tanto en la Dieta como en el Senado).


Cuando hacemos referencia a partidos con una significativa representación parlamentaria, subrayamos su capacidad para apoyar o poder entrar en gobiernos de coalición con su aporte de escaños y, en consecuencia, su influencia para la formación de los gobiernos. A la hegemonía electoral mayoritaria del partido socialdemócrata en Suecia durante un largo período de tiempo (1932-1976) sólo ha podido hacerle frente en las últimas décadas una alianza de partidos de centro derecha (denominada ‘coalición burguesa’). Ahora resulta que la irrupción del partido Demócratas Suecos, de matriz xenófoba y neonazi, ha descabalgado un patrón de conducta electoral que parecía inamovible. Saque ahí el lector la primera y principal lección del avance del populismo xenófobo, el cual ya es un asunto que implica, en mayor o menor medida, a casi todos los países de la UE. Tanto del norte como del sur, y sobre todo del centro y este postcomunista.


Un segundo apunte de carácter general es que los partidos integrantes de las plataforma de centro-izquierda (Socialdemócratas, Verdes e Izquierdistas) han obtenido unos porcentajes agregados equivalentes al de los de centro-derecha (Moderados conservadores, Centristas, Liberales y Cristianodemócratas).


Si los radicales xenófobos se abstuviesen podría permitirse que un bloque u otro del espectro político pudiese formar gobierno, aunque las diferencias entre ambas constelaciones son mínimas (apenas unas décimas: 40,6 del voto popular de centro-izquierda por 40,3 del centro derecha, pero con igual número de escaños para ambos: 143). 


En general, todos los partidos se han mostrado reacios a un acuerdo político con los Demócratas Suecos (17,7% de los votos y 63 escaños), pero los Moderados aceptaron hace dos años “hablar” con los ellos. Desde entonces han recalcado una y otra vez que “hablar” no es negociar, algo que está por sustanciarse ante la posibilidad que se produzca un bloqueo parlamentario que imposibilitase la acción legislativa y de gobierno.


INMIGRACIÓN


Respecto al asunto candente de la inmigración, los Moderados, e incluso los propios socialdemócratas, podrían estar en cierta sintonía con los populistas, algo que rechazan de plano los Verdes e Izquierdistas, pero también los Centristas de la ‘coalición burguesa’. Se produce así un fenómeno de preferencias entrecruzadas en vez de una agregación de preferencias. Un fenómeno que no es del todo nuevo, precisamente en Suecia. Recuérdese que la institucionalización del Estado del Bienestar sueco, canónicamente aceptado en la academia como el más generoso y cabal de cuantos existen en Europa, fue fruto en no poca medida de preferencias entrecruzadas. Y es que los socialdemócratas establecieron una alianza con el partidos de los Agrarios, antecesor de los actuales Centristas, que durante los períodos entre 1936-1945 y 1951-57, dio un impulso decisivo para la consolidación del welfare state este en el país escandinavo. ¿Podría reeditarse un acuerdo ahora como el de entonces? Parece tan difícil como el de los Moderados conservadores con los Demócratas xenófobos. Pero no imposible. 


Habrá que esperar al diálogo postelectoral para saber cuántas de esas preferencias entrecruzadas pueden encajarse políticamente entre los partidos.


Una tercera observación, más de carácter sociológico, pero con importantes derivaciones políticas y electorales de futuro, concierne al mantenimiento del Estado del Bienestar sueco y de sus programas más característicos, o a su recorte o incluso eliminación como reclaman algunas propuestas de los Demócratas xenófobos. Por lo general, y como sucede en algunos países de la Europa del sur (Ej. Salvini y su Liga en Italia), los medios y las redes sociales han incidido machaconamente en el impacto negativo de la inmigración, asunto sobre el que los populismos xenófobos tratan de maximizar sus rendimientos electorales. Y eso ha sucedido también en un país como Suecia en el que la realidad de la inmigración es bien distinta del catastrofismo con el que la agresiva derecha soberanista europea lo denigra.


MOVILIZACIÓN DE LAS MUJERES


En los últimos cinco años, Suecia, un país de apenas 10 millones, ha recibido 600.000 inmigrantes que son también responsables de las mayores tasas de crecimiento del país escandinavo y, sobre todo, de una apuesta estratégica a fin de evitar los efectos no deseados de un creciente envejecimiento poblacional. La ‘sangre nueva’ de los inmigrantes es también un plus al mantenimiento de los servicios sociales de cuidados personales y atención primaria suecos tan reputados internacionalmente. Una clave de futuro en cuanto al desarrollo político en Suecia será seguramente la movilización política de las mujeres en apoyo de aquellos partidos que renuncien a desmantelar el Estado del Bienestar, altamente legitimado en las encuestas realizadas periódicamente en el país nórdico.


Precisamente en una encuesta realizada días antes de las elecciones en Suecia por YouGov, la reputada firma internacional de investigación de mercados y de análisis de datos, se indicaba la intención de voto entre los hombres respecto a las opciones de centro-izquierda, centro-derecha y radicales xenófobos, la cual era pareja con una ligera inclinación hacia las posiciones xenófobas (30%, 30% y 33%, respectivamente). Los datos variaban significativamente respecto a la intención de voto de las mujeres (46%, 36% y 16%). 


No deja ser esclarecedor que aquellos sectores más favorecedores de la igualdad por género, y en los que la participación de inmigrantes y refugiados es mayor sea la que más preocupe a las mujeres suecas. 


Es bien sabido que los Estados del Bienestar nórdicos dedican una mayor proporción de recursos a las políticas de ayudas familiares que en los países mediterráneos y del centro y este europeo, lo que tiene su correlación en unos mejores resultados respecto al empleo femenino y la fertilidad.


El resultado de las elecciones suecas es un renovado aviso para la movilización de todos los partidos europeístas de cara a las próximas elecciones continentales de mayo de 2019. Frente a la nueva derecha intolerante, xenófoba e iliberal, y al envite articulado tras el Brexit por los intereses proteccionistas anglo-norteamericanos, a los ciudadanos del norte como del centro y del sur del Viejo Continente sólo les queda pelear por su Modelo Social Europeo, del cual el Estado del Bienestar es su emblema de progreso y civilización. La alternativa se la imaginan ustedes, ¿verdad?



Artículo original publicado en catalunyapress.es 

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