martes, 30 de abril de 2024 00:18
Opinión

​UE, LOS MONTES PARIERON

Luis Moreno
Luis Moreno

Profesor de investigación del CSIC en el Instituto de Políticas y Bienes Públicos

Siguiendo la fábula de Esopo cabría añadir que el parto no ha sido un simple ratón. Ha constituido un hito en el proceso de europeización pese a las inacabables contracciones del alumbramiento. Para quienes nos sentimos europeístas impenitentes, el acuerdo de los 27 supone un momento de gozo. Contenido y sin alharacas. Pero preñado de esperanza por la idea de la Europa en paz consigo misma y valedora de la cultura de los derechos humanos. 


HANDOUT - 20 July 2020, Belgium, Brussels: (L-R) Finland's Prime Minister Sanna Marin, European Council President Charles Michel,  Dutch Prime Minister Mark Rutte, French President Emmanuel Macron and Spanish Prime Minister Pedro Sanchez talk during the f

Institucionalmente, los que vamos descontando afanosamente los trabajos y los días a nuestros periplos vitales, sabemos a ciencia cierta que no veremos a una Unión Europeo funcionando en plenitud. Pero ya no contentamos –y mucho-- con que el Viejo Continente sigan dando pasos en su proceso de unidad en la diversidad.


Las cifras y los dígitos implicados en el acuerdo alcanzado por lo 27 harán correr ríos de tinta. Los líderes nacionales arrimarán la ascua a su sardina electoral aseverando que sus posiciones son las que han prevalecido. Bueno… El juego dicotómico de la “evitación de la culpa” y de “reclamar el mérito” conlleva alardear de lo conseguido y alejarse del fracaso. Pero en la realidad de las cosas los ganadores en esta diatriba financiera son los ciudadanos europeos de los países que componen la UE. Y en esta ocasión, siguiendo la estela de otros sufridos conclaves como el del Tratado de Niza del año 2000, se ha concordado un avance muy significativo. Por primera vez en su singladura desde la firma de los Tratados de Roma de 1997, la UE acepta endeudarse para financiar un aporte económico de 390.000 millones de euros en subvenciones y 360.000 millones en créditos. Se asume, por tanto, el principio de mutualización de los riesgos comunes. Poco no es…


Se recordará, con motivo del Tratado de Niza, que las negociaciones también se prolongaron durante cuatro días. El resultado ‘práctico’ no fue baladí. El equilibrio de poder entre Francia y Alemania se ajustó ya que ambos países dispusieron tras la ampliación de 2004 del mismo número de votos (29) en las votaciones del Consejo de Ministros de la UE, aunque Alemania podría bloquear cualquier decisión con el apoyo de sólo dos países. Mirando en retrospectiva, el acuerdo era justo ateniéndose simplemente a un criterio demográfico (en la actualidad son 83 millones de alemanes frente a 67 millones de franceses).


El valor añadido de la decisión comunitaria para el Fondo de Reactivación para hacer frente a los perjuicios económicos generados por la pandemia del Coronavirus, es el de la unanimidad de todos los países implicados. Nadie podrá negar que Alemania y Francia son países determinantes para cualquier negociación política en el Consejo Europeo. Pero es bueno recordar que, incluso los países pequeños y los díscolos, ha hecho piña ahora para no entorpecer el acuerdo, algo que en puridad intergubernamental podían haber estado tentados de hacer. Recuérdese que Malta, con una población de medio millón de habitantes), se sienta en el Consejo Europeo con el mismo nivel de prerrogativas formales que Alemania, Francia, Italia (60 millones) o España (47 millones).


De lo anterior se deriva un razonable ajuste de futuro, cual sería que los Estados miembros pequeños que disponen “formalmente” de una sobrerrepresentación y hasta de una capacidad e influencia comparativamente mayor, ajusten sus inputs políticos a la práctica del voto cualificado. Recuérdese que cuando se aprueba en el Consejo Europeo una propuesta de la Comisión, la mayoría cualificada establece que debe hacer por una mayoría de Estados miembros (el 55% de ellos debe votar a favor, 15 de 27) y el agregado de ciudadanos debe alcanzar el 65% de la población total).


Más allá de los encajes de poder en las instituciones comunitarias, ahora el gran reto para la UE es cómo emplear los recursos acordados para un desarrollo continental sostenido y sostenible, preservando nuestro Modelo Social Europeo con el Estado del Bienestar como institución guía. El Fondo de Reactivación es visto como un nuevo Plan Marshall, aunque en esta ocasión se lo han facilitado a sí mismos los propios países europeos. Tras el Brexit los neoliberales miran de reojo y con gran recelo cualquier iniciativa que consolide la opción europea y amenace la supremacía del capitalismo de matriz anglosajona.


Una vez articulados los recursos financieros ahora se trata de optimizarlos de la mejor manera. El Nuevo Acuerdo Digital y Verde se inspira en el New Deal de Franklin D. Roosevelt, gracias al cual la economía estadounidense superó la grave crisis de 1929 y la subsiguiente Gran Depresión. Se trataría de invertir en bienes básicos como, por ejemplo, la alimentación, las infraestructuras, el transporte, la energía o la digitalización. Desde diversas perspectivas, pero con parejo diagnóstico, se evalúa que la mayoría de los países europeos operan por debajo de sus potencialidades económicas. El resultado indeseado es que las divergencias entre ellos aumentan. Para evitarlo se requiere integración y solidaridad. Porque el mantenimiento de las pasadas inversiones, así como de otros gastos corrientes esenciales en el Modelo Social Europeo --de nuevo, educación, sanidad o dependencia, pongamos por caso--, no deberían financiarse sistemáticamente mediante la deuda pública. Tan erróneo es auspiciar políticas de “austericidio” para ajustar a las bravas los planes de consolidación fiscal, como pensar que podemos vivir sólo de inversiones.


Hay que invertir en las nuevas tecnologías de robotización e inteligencia artificial, para recuperar el tiempo perdido. Aprovechemos el acuerdo del Fondo de Reactivación para apoyar tales inversiones sin poner en peligro la salud pública de nuestras sociedades, ni dejar de apoyar a nuestros conciudadanos precarios. Ahora que se tienen los recursos financieros, debe evitarse la inacción. El movimiento se demuestra andando, se decía antes…

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