jueves, 28 de marzo de 2024 19:21
Opinión

La Botinada 

Manuel Fernando González Iglesias
Manuel Fernando González Iglesias

A Coruña, 1952

Lo que acaba de hacerle el Banco de Santander al pequeño accionista es una "botinada" impresentable que hace que este colectivo, que siempre apostó en los últimos cinco años por cobrar el dividendo en acciones, se vea ahora diluido y estafado al haber rebajado a 0,20 euros la remuneración por título.

Lo que acaba de hacerle el Banco de Santander al pequeño accionista es una "botinada" impresentable que hace que este colectivo, que siempre apostó en los últimos cinco años por cobrar el dividendo en acciones, se vea ahora diluido y estafado al haber rebajado a 0,20 euros la remuneración por título. Curiosamente, la familia Botín siempre ha querido cobrar en "efectivo" ese mismo dividendo, lo cual quiere decir que "la familia" sabe a ciencia cierta lo que pasa con las acciones cuando "su" banco se ve "obligado" a realizar una ampliación de capital.


Por si la cosa no fuera de por sí bastante sucia y rechazable, en las últimas horas se ha sabido que lo que el Santander vendió oficialmente como una macro-ampliación para aprovechar el resurgir económico, no ha sida más que una dura intervención de Danièle Nouy, la presidenta del Mecanismo Único de Supervisión (MUS), el brazo del BCE encargado de vigilar a los mayores bancos de la región desde noviembre, quien, literalmente, "le ha doblado la mano" a Ana Botín, obligándola a realizar esta operación, que por si alguien no se había enterado, es la segunda mayor realizada por un Banco Europeo y que se explica desde la imposición del Banco Central de que un gran Banco en Europa no puede tener un capital por debajo del 10 %.


Cuando el Banco de Santander aprobó en septiembre, con "muchas dificultades", el test de estrés porque la contabilización de provisiones le causaba una clara desconfianza al supervisor, ya debió habérsele encendido las alarmas al equipo gestor del Banco e incluso al Ministro Guindos, porque el aviso era muy serio, como ya se ha comprobado a posteriori. El Santander ha de estimar solvencia por encima de la media, sino al mismo nivel que los bancos que se consideran de su nivel y no con la imagen presentada antes de la entrada inminente del MUS. El ratio de Basilea III era insalvable, y ahora con la súper-ampliación se ha conseguido tranquilizar a la Señora Nouy y, con ello que el "maléfico ratio", en el 2016, alcance el 11 por ciento, aunque sea a costa de que a Ana Botín le hayan sacado los colores en la Bolsa y a los pequeños accionistas les hayan fulminado sus ahorros del último lustro, que es realmente lo que nos indigna a los que seguimos, aunque sea de lejos, "las andanzas" de los grandes bancos que, cuando les conviene, se visten de corsarios y saquean sin piedad los dividendos de sus propios y más modestos socios.

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