Hoy leo que el Director de La Vanguardia, colega siempre bien informado de lo que sucede en el Palau, ¿o es al revés?, da cuenta del hecho de que en enero podríamos tener elecciones en Catalunya. Nosotros, que no somos tan listos, ya lo habíamos comentado hace ya varias semanas, eso sí, sin hablar de enero, porque ese dato solo lo manejan quienes descuelgan el teléfono soberanista y tienen línea directa con alguno de los que manejan la estrategia.
Hoy leo que el Director de La Vanguardia, colega siempre bien informado de lo que sucede en el Palau, ¿o es al revés?, da cuenta del hecho de que en enero podríamos tener elecciones en Catalunya. Nosotros, que no somos tan listos, ya lo habíamos comentado hace ya varias semanas, eso sí, sin hablar de enero, porque ese dato solo lo manejan quienes descuelgan el teléfono soberanista y tienen línea directa con alguno de los que manejan la estrategia. Y digo algunos/ algunas, porque en eso le doy la razón a Rajoy, quien acaba de asegurar que "en Catalunya no se sabe bien quién manda".
Con semejante envite electoral en enero, lo que queda de semana va a ser un frenesí de acontecimientos, donde el 9N no es más que la excusa para pactar un nuevo rumbo o tirarse definitivamente los trastos a la cabeza. Esquerra lo tiene francamente difícil. Si decide hacer lista única con Convergència, la ANC le degüella políticamente, ¡menudas son la Forcadell y la Rahola! Y si no lo hace, se puede encontrar con una legislatura hasta el 2016 con el apoyo del PSC a Convergència que ya sería el "despiporre".
Nosotros mantenemos la mayor: Vemos elecciones anticipadas. Y lo correcto, lo honesto, es que si tú le exiges al Gobierno de Madrid que te dejen votar, tienes ante un posible desacuerdo con tus socios, dejar que los catalanes puedan elegir entre un gobierno de Convergència u otro de Esquerra, aunque ello suponga que te vas a tu casa a leer libros de historia. En Catalunya hay que votar, pero no en un referéndum ilegal o no consensuado si lo prefieren así, sino en unas elecciones al Parlament, porque el mapa político ha cambiado, y la Cámara catalana ha de ser el fiel reflejo de lo que piensa la ciudadanía. Y a partir de ahí, usar la cabeza para construir un marco estable en las relaciones con el resto del Estado, que todavía es posible.
A los actuales políticos de todos los partidos catalanes, sin excepción, les ha llegado el momento de saber quién les apoya o si les ha llegado la hora, como a Artur Mas, de dimitir y dar paso a una nueva generación y ¡por qué no!, también al regreso de algunas voces que la lucha fratricida ha arrinconado en la trastienda partidista, por aquello tan vergonzoso del "quítate tú que me pongo yo". Seguramente, esas voces "silenciadas" son ahora más necesarias que nunca en un momento tan complejo como difícil, en el que la juventud aporta la fuerza renovadora y la veteranía la sabiduría que solo la da la experiencia. Juntas, la eficacia, y con ella, el poder llevar al país a un nuevo plano social en el que miremos hacia adelante y salgamos del lío en el que estamos metidos. El ajuste de cuentas y los personalismos que los resuelvan las urnas. Es lo mejor.
Seguiremos informando.
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