Descubre lo que opina Mercedes Milá, Eduard Punset, Jordi Évole y Javier Cercas sobre la consulta catalana
Muchos catalanes prefieren no opinar públicamente sobre lo que ocurre en Cataluña. CRÓNICA consideró hace meses que podría resultar interesante conocer antes del 11 de septiembre la visión de unos cuantos catalanes, personas destacadas en su ámbito profesional, sobre su propio país y sobre España. Las respuestas resultaron, en su gran mayoría, negativas. No había interés en entrevistar a políticos u opinadores profesionales. La intención consistía en tomar el pulso, de forma somera e individualizada, a lo que suele llamarse la sociedad civil, tradicionalmente considerada como viga maestra de la comunidad catalana. Aquí están las respuesta de cuatro de estos catalanes.
Mercedes Milà nació hace 63 años en Esplugues del Llobregat y para ella "el proceso independentista le genera dudas: «Tengo bastantes más dudas que Emilio Botín, por citarle como ejemplo. Él dijo algo así como que la independencia catalana es ilegal, no ocurrirá y no interesa. Supongo que era una frase para tranquilizar a los mercados, aunque a mí me parece algo insultante. No soy nacionalista, no soy partidaria de la independencia, pero no dejo de observar con interés la evolución de un asunto que empezó pareciendo innecesario y que por mala gestión desde el Estado, desde el Gobierno de la nación, se ha convertido en un conflicto que llega a producir vértigo".
Milá piensa que las urnas podrían ser útiles. "No siento la necesidad de votar en un referéndum», dice, «pero me gustaría que los que sí la tienen pudieran hacerlo. En los últimos meses hemos visto un mayor acercamiento del Gobierno central hacia Cataluña y eso era imprescindible. Muy poca gente entiende que haya que llevar las cosas con tanta tensión innecesaria". Y se declara expectante, en un momento "en que la sociedad catalana no sale de su asombro ante la confesión de Jordi Pujol y espera inquieta que hablen los jueces». «Muchos nos sentimos profundamente estafados moral y fiscalmente", asevera.
Para Eduard Punset de 77 años y nacido en Barcelona "no cree que exista un conflicto idiomático en Cataluña ni que se esté perdiendo el bilingüismo. Precisa una cosa:"Hay que distinguir entre el dogma y la ciencia. Ésta última ha demostrado que a fines didácticos es mejor aprender dos lenguas que una sola; la capacidad cognitiva es mayor, pero, lógicamente, hacen falta más recursos". ¿Qué significan para Punset España y Cataluña? «Son dos instituciones distintas que intentan caminar de acuerdo desde el siglo XVIII, que han colaborado en ocasiones y se han opuesto en otras». Piensa que «existen suficientes rasgos comunes para negociar un destino común». El llamado proceso, la pulsión independentista de un amplio sector de la sociedad catalana, le causa «inquietud». Encontrar una solución, dice, «es más difícil ahora que en el pasado, y más difícil que en otros países». A él, que estuvo en la sala de máquinas del desarrollo autonómico, le parece que el sistema de las comunidades autónomas necesita «una revisión profunda y negociada», una racionalización que al principio «ni siquiera llegó a plantearse».
En cambio Jordi Evole de 40 años y nacido en Cornellà de Llobregat «Las autonomías fueron un parche, el café para todos fue una forma de no reconocer singularidades y acabamos creando un monstruo», dice. «Es divertidísima, por ejemplo, la historia de cómo se inventó la bandera de la Comunidad de Madrid». [Las estrellas de la bandera representan la constelación de la Osa Mayor]. Ironiza con que el proceso independentista catalán le genera «envidia». «Debe ser fantástico creer en algo que ofrece soluciones para todo. El independentismo se parece a la fe católica de mi madre y me da un poco de envidia, porque elimina dudas» en un momento en que «todo está en crisis». A Évole le asustan por igual «el banderón español de la plaza de Colón y las banderas esteladas que dominan las cimas de las montañas catalanas». «Mi única bandera es la del Barça», proclama. «Sería muy grave que la política rompiera amistades». La cuestión catalana, por el momento, no le ha hecho sentir incómodo en ninguna parte. «La realidad», opina, «no es como la pintan las portadas de prensa, que responden a estrategias electorales y comerciales. Hay demasiada gente que vive del conflicto, demasiado desconocimiento mutuo y demasiadas ganas de no conocerse unos a otros».
EN cuanto a Javi Cercas de 52 años y nacido en Girona, «Yo soy antinacionalista, el nacionalismo es una estafa». Por otra parte, lamenta que para el nacionalismo español «cualquier avance del catalán sea percibido como un retroceso de España, y al revés». El escritor, una de cuyas obras más conocidas, Anatomía de un instante, gira en torno al intento golpista del 23-F, cree que «la Transición estuvo bien en su momento, autonomías incluidas». El llamado café para todos, por el que no sólo se reconocieron derechos a ciertas comunidades sino al conjunto de las regiones, «permitió grandes avances en Andalucía o Extremadura». «Pero lo que fue una solución», sigue, «es ahora un problema. La corrupción viene de entonces». «Lo único sensato que tenemos, lo único que nos queda, es Europa. Y Europa va al desastre. Estoy acojonado».
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