sábado, 20 de abril de 2024 09:53
Opinión

Felipe y los bolivarianos

Manuel Fernando González Iglesias
Manuel Fernando González Iglesias

A Coruña, 1952

Al expresidente del Gobierno, Felipe González, últimamente se le entiende "todo lo que dice" e incluso, la intención con la que se expresa. Los años no pasan en el balde y la memoria, "¡ay ,la memoria!", le empieza a jugar malas pasadas. Hoy ustedes habrán podido leer en casi todos los diarios que el blanco de sus críticas son los integrantes de la plataforma "Podemos" que, como todos sabemos, acaban de conseguir un éxito sin precedentes en las recién finalizadas elecciones europeas. 

Al expresidente del Gobierno, Felipe González, últimamente se le entiende "todo lo que dice" e incluso, la intención con la que se expresa. Los años no pasan en el balde y la memoria, "¡ay ,la memoria!", le empieza a jugar malas pasadas. Hoy ustedes habrán podido leer en casi todos los diarios que el blanco de sus críticas son los integrantes de la plataforma "Podemos" que, como todos sabemos, acaban de conseguir un éxito sin precedentes en las recién finalizadas elecciones europeas. Felipe los califica despectivamente como bolivarianos, en línea con el insulto con que el asesor electoral de Aznar y Rajoy, Pedro Arriola, definió casi el mismo día a los seguidores de Pablo Iglesias segundo, a los que llamó "frikis" antes de que le diera una lipotimia que lo dejó exhausto.

Y es que tanto al PSOE como al PP se les nota demasiado que les ha sentado como un tiro que la gente a la que desahucian, o a la que está en el paro, se les haya ocurrido perder el miedo y votar a aquellos que consideran de su "casta de empobrecidos", antes denominada como "proletaria", porque ello significa que en la manoseada sociedad de consumo, ha nacido una nueva izquierda y que ésta se les puede escapar a su control y generar un estado de cosas, al cual ambas formaciones le tienen un miedo cerval, ya que su asentamiento sería casi una revolución social de impredecibles consecuencias.

Y lo gracioso es que, cuando escuchamos a Pablo Iglesias, a muchos de mi generación se nos aparece al lado de su figura con coleta la de otro joven llamado Isidoro, que lucía cuando éramos jóvenes e ingenuos, melena generacional y un pico de oro que traía locos de preocupación a toda una legión de franquistas en retirada que veían en él un diablo con cuernos capaz de llevarnos a todos al precipicio judeo-masónico. ¿A qué les suena? ¿Y qué pasó realmente? Pues que la que llamamos Democracia se impuso, y que el Lucifer socialista gobernó el reino de los borbones y tras él, los nietos de los que fueron del Régimen, y tras ellos, de nuevo los socialistas, y así hasta ahora mismo en que el Presidente del país es de la cuerda del franquista Fraga, pero no se sabe si actúa influenciado por las ideas del Fundador de Vilalba u obedece, sin ningún disimulo, a una dama teutónica que vive en Berlín y que a los ciudadanos del sur de Europa nos tiene por vagos y manirrotos.

Y, ¿qué queda a día de hoy de aquel Isidoro que le mordió la oreja a su jefe Rodolfo Llopis en Suresnes y se quedó con las siglas del PSOE para salvar al socialismo español y a todos nosotros? Pues, miren ustedes: a mí me parece que casi nada. Solo la imagen casi olvidada del joven con traje de pana que les he descrito y la herencia del trabajo realizado durante varios gobiernos que presidió que, al final, se desdibujó en la imagen de corrupción que transmitieron, y sobre todo, la horrible foto en las hemerotecas de los Gal que aniquilaban a sus enemigos sin el menor respeto a la ley y al estado de Derecho que habían jurado defender. Hoy sus habilidades como testaferro de grandes fortunas o Consejero con sueldo millonario de grandes empresas le incitan a ver al renovado "clan de la tortilla" del que formó parte como algo "bolivariano" es decir, catastrófico para nuestro futuro como país. Es lógico, la edad no perdona, y se le ha olvidado que el retrato de Dorian Gray no es más que una figura literaria hija de la genialidad de Oscar Wilde, por lo que lo suyo ya no tiene vuelta atrás, si acaso la imagen renovada, casi una fotocopia de sus hazañas de juventud, en la figura de un joven con coleta que se llama Pablo Iglesias y que un histórico 25 de mayo, en compañía de otros como él, consiguió poner nerviosos tanto a la derecha como a la izquierda de este país llamado España, que mal que le pese, seguirá, con su permiso o sin él, el camino político que más le apetezca.

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