No tengo ninguna duda de que los Hermanos de Sant Joan de Deu a los que sus compañeros y muchos católicos rinden homenaje de santidad estos días fueron asesinados en unos tiempos en los que en España había una guerra provocada por unos militares traidores a la República que luego ganaron la contienda e iniciaron un régimen fascista y antidemocrático que recibió el apoyo apasionado de la Iglesia Católica española.
No tengo ninguna duda de que los Hermanos de Sant Joan de Deu a los que sus compañeros y muchos católicos rinden homenaje de santidad estos días fueron asesinados en unos tiempos en los que en España había una guerra provocada por unos militares traidores a la República que luego ganaron la contienda e iniciaron un régimen fascista y antidemocrático que recibió el apoyo apasionado de la Iglesia Católica española.
Hay que honrar a los muertos y recordarlos con amor y visitarlos en el cementerio poniéndoles unas flores como homenaje a su paso por la vida que ,en el caso de los religiosos, ahora santos, es más que merecido. Pero claro, eso hay que poder hacerlo con todos, incluso con aquellos otros mártires que fueron sacados de sus casas fusilados sin juicio, o con él de forma sumarísima e indecente y luego metidos en una fosa común o en lugares inhóspitos como las cunetas, los barrancos o las tapias de los cementerios. A esos, también hay que santificarlos aunque sea civilmente. Y por desgracia, aun hoy, los nietos de los vencedores, algunos ahora en el poder ,ni lo han hecho, ni tampoco se les ve la intención de que quieran hacerlo.
¿Y la Iglesia?. Pues, lo mismo, callada y sin pedir perdón a las familias a las que ofendió gravemente durante tanto años de Dictadura y represión. Por eso, pienso que sería un detalle que en la homilía de la santificación el oficiante reconociera que mientras se mataba a estos "nuevos santos" en otros lugares del pais también se daban "paseos" a pobres padres de familia o jóvenes que nunca habían cometido otro delito que el de ser socialistas, comunistas, o republicanos. Un delito atroz para los obispos de la época, que nuca admitieron que "esos pobres de la tierra" eran también su prójimo y por lo tanto hijos de Dios.
Han pasado 77 años desde que Franco, Mola, Millan Astray, y muchos otros, causaron la muerte a casi un millón de españoles y la Iglesia solo sigue rezando por "sus muertos", como si allá arriba, los de un bando y los de el otro no estuvieran juntos tomándose un vino a la salud de todos los que les hemos sobrevivido y disfrutamos de un sucedáneo de Democracia que ellos nunca pudieron conocer. ¿O es que la Conferencia Episcopa españolal piensa que eso no es así?
Manuel Fernando González
Editor y Director
www.pressdigital.es
Escribe tu comentario