¿QUIÉN GANÓ EL DEBATE?

Sin lugar a dudas, el candidato que Vd. ha decidido votar. Así que no haga caso a los periódicos de papel que caigan en sus manos o a los que Vd. lee en internet, que todos son tan subjetivos como cualquiera de sus lectores y no van a hacer otra cosa que confundirle. Tenga criterio y mantenga sus convicciones y luego vote, si así lo desea, a su líder favorito, porque esto de la gobernabilidad de España solo lo arreglan los ciudadanos españoles cambiando el orden de los factores partidarios, para que así se modifique el producto, en este caso, el Gobierno o, en último caso, si le puede su religiosidad, confie como yo en San Andrés de Teixido, ya saben, aquel que dicen que por su Iglesia en la Costa da Morte peregrina la Santa Compaña en las noches de bruma y frío y a la que también "irá de morto quen non foi de vivo", incluso el descreído Pablo Iglesias de la mano de Rajoy, Sánchez y el ciudadano Rivera.

Un debate en el que Rajoy se parece a Bush por su torpe imagen simplista y Sánchez a Al Gore, un político casi perfecto pero que no "traspasaba el dial" que diría uno de mis maestros en la radio Joaquin Soler Serrano, que sí que sabía cómo hacerlo como nadie, hace que los otros dos aspirantes se queden sin rival aparente a la hora de juzgar esta especie de pizza televisiva "cuatro estaciones" con que nos obsequiaron en horario intempestivo, la televisión pública y las de los dos grandes grupos privados e incluso el canal de la Iglesia, intentando solucionar el grave problema de los pactos post electorales, algo que, no solo no consiguieron, sino que a fuerza de ser sinceros hemos de creer que los han condenado a un fracaso irreparable.

Como los votantes de a pie no cambien su intención de voto el próximo día 26 de junio y conformen de forma natural y espontánea otras mayorías diferentes, esto solo lo cambian los aparatos de los partidos echando a sus actuales líderes y poniendo a otros que puedan pactar, aunque solo sea por vergüenza torera, o porque quienes tienen una cierta experiencia política saben que, de no formarse un nuevo gobierno, el que corre peligro es el propio sistema democrático.

Así que relájense, y si van a votar, vayan con el pleno convencimiento que su elección es la más acertada para su país, ya que ni si quiera emitiendo juntas todas las televisiones de España, a día hoy, no existe ninguna posibilidad de que los políticos que tenemos se pongan de acuerdo.